ELLIOT —¿Qué tal la universidad? —me preguntó con una sonrisa. Necesitaba más que verla por una pantalla, pero era lo que tenía. —Bien —dije, y ella sonrió más—. Te echo de menos. —Yo también te echo de menos. Todavía quedaba un mes para Navidad y ya estaba que me subía por las paredes. Estuve a punto de fumar para no echarla tanto de menos, pero es que ni quería hacer eso, quería verla. —¿Qué has hecho hoy? —le pegunté. Amelia se cruzó de piernas en su sofá y se tiró de las mangas de una de mis sudaderas cubriéndose hasta las manos. Era adorablemente atractiva, y era mía. —He ido a clases y han venido a comer mis amigas —me señaló la cocina toda desordenada y se llevó el ordenador hasta que me dejó en alguna parte y se puso a limpiar—. Oh, y tengo una entrevista en... tres h