—¡Esto es colmo!. —me levanto de la meza más que ofendida, furiosa y lista para largarme. —¡Tal ves nadie se lo ha dicho, pero usted.. —¿Yo que?. —se levanta de su lugar. —Usted es una bruja y ya me di cuenta que a usted no le importa la felicidad de su hijo. —¡¡No me digas. —dice con ironía. —Solo falta que me digas que tu eres la felicidad de mi hijo. —Pues aunque no lo crea, si. —parece complacida al verme molesta. —Bruce y yo nos amamos, acéptelo. —Escúchame bien —a grandes pasos se acerca a mí y me toma del brazo lastimándome. —Será mejor que aceptes la oferta. —me agita con fuerza al ver que intento soltarme. —Porque jamás dejaré que mi hijo, se enrede con una mujerzuela de tu clase. Y sin pensarlo hago lo inesperado para ambas, asustada me alejo después de haberla abofeteado,