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La cena fue del todo normal, por la única excepción de que Fátima Lafuente comió en la cocina con mi hijo,¿el problema?, Sarahí no aguanta a los niños y al parecer quería comer tranquila.
Me dio algo de pena saber que Fátima se quedaría con él e insistí que no pasaba nada con que se quedara con el personal. Sin embargo, me dijo que no iba a permitir que el bebé comiera solo, y que ella podía quedarse con él.
Lafuente lo aprobó, simplemente me dijo que Fátima era una persona de carácter y que era mejor no insistir porque siempre ganaba; me reí por un instante.
Después, fui a checar a David, que se encontraba muy feliz comiendo puré de papá y pavo mientras Fátima le platicaba. Él la veía con una sonrisa y abría la boca cuando ella le mostraba la cuchara. Sin embargo, desaparecí cuando Lafuente me llamó, al parecer tenía urgencia en hablar conmigo.
⎯¿Whisky?⎯ me pregunta, al entrar a su estudio.
⎯Un poco, la verdad que he bajado mi consumo de alcohol⎯ hablo sincero y él sonríe.
Lafuente, a paso lento camina hacia la pequeña mesa donde tiene las diferentes bebidas y me sirve un whisky en las rocas.⎯ Ten, para brindar.
⎯Pensé que ya lo habías olvidado⎯ le contesto, mientras veo una fotografía de la familia Lafuente que tiene sobre una cajonera.
⎯Estoy viejo pero no olvido aún... ⎯ me advierte, para después sentarse sobre el sofá y prender un puro.
Me quedo en silencio mientras lo observo, y por un instante me figura ver a mi padre. Después levanta su vaso y lo pone en frente⎯ salud⎯ le digo.
⎯¡Salud!⎯responde y ambos tomamos un sorbo.
Un suspiro se escapa de mi pecho, el olor a puro invade el lugar y, aunque lo disfruto no es uno aroma que quiera que me acompañe siempre, por lo que me pongo de pie y abro la venta del balcón para que el aire corra.
Veo hacia la ciudad y está está completamente alumbrada, la luna sale redonda y llena y escucho el alboroto que hay en la calle.
⎯Canarias⎯ escucho mi apellido y volteo a verlo⎯ ven.
Me acerco a mi lugar y me siento sobre el sofá. Lafuente me ve a los ojos y me sonríe.⎯ ¿Vas a ir al grano o nos andaremos por las ramas?⎯ pregunto.
⎯Como siempre de prisa... me pregunto a dónde vas.
Sonrío, para luego tomar un poco de whisky. Lafuente suspira y luego habla.
⎯David, sabes que yo te estimo...
⎯No empieces discursos así, me hace pensar que vendrá algo malo...⎯ bromeo.
⎯Solo te muestro mi aprecio, no hay nada de malo... no seas negativo⎯ me dice en tono de regaño y yo sonrío.⎯En fin, sabes que te admiro David, pero también sabes que mi tiempo en este mundo se está acortando. Mi salud decae y en algún momento ya no podré ser de mucha ayuda.
⎯No digas eso, Lafuente⎯ digo con tristeza⎯ eres un roble.
⎯Hasta el roble más fuerte se cansa de cargar las ramas⎯ me comenta sabiamente,⎯ y algún día me cansaré y ya no habrá marcha atrás⎯él pone la ceniza del puro sobre el cenicero y me ve a los ojos⎯ quiero que te cases con Fátima.
⎯¿Cómo?⎯ pregunto de inmediato, tratando de entender la frase.
⎯Lo que escuchaste, quiero pedirte que te cases con Fátima.
⎯Pero, Fátima...
⎯Yo hablaré con ella y lo comprenderá...
⎯Apenas dejó de ser una niña⎯ continúo,⎯¿no es muy joven?, ¿ella?
⎯Sé que no estás de acuerdo con esto y lo entiendo, pero, es importante que lo hagas. Me voy a morir Canarias y la empresa quedará sin un socio. Al prometido de Amira no le importa nada, y Sarahí no es mujer para ti. Fátima es la elección, así cuando me vaya la empresa quedará en tu control y será parte de la herencia de mi hija.
Aún no puedo comprender lo que me está diciendo. Lafuente lo dice de una forma tan natural que me asusta. Me pongo de pie y camino hacia la ventana para tomar un poco de aire, siento que me asfixio.
⎯Canarias, sé que estás en contra de los matrimonios por alianza pero, debes entender que es importante para mí. Fátima es una buena mujer, obediente y madura para su edad. Como viste es buena con el niño y él necesita una madre.
⎯Tenía una madre⎯ murmuro.
⎯Lo sé, y amaba a Alegra pero ya no está aquí⎯ suspira⎯ piensa David⎯ ¿qué prefieres?, casarte con ella y heredar mi parte o tener que buscar otro socio en este momento que posiblemente no esté a tu altura. La empresa quedaría segura... mi familia por igual.
⎯Y, ¿no dirán nada Amira y Sarahí?, ¿qué pasaría con tu esposa? ⎯ inquiero.
⎯Dejaré un buen testamento para las tres, y dejaré estipulado que tengan una cantidad mensual en sus cuentas. Mientras tengan dinero, no se meterán contigo, además, mi esposa confía en ti, sabe que eres un buen hombre.
Volteo a ver la foto de Fátima y la observo por un momento. Debo admitir que es hermosa, que parece bastante inteligente y simpática pero, ¿querrá ella casarse conmigo?, ¿qué tal si no le agrado?, no quisiera tenerla a mi lado obligada.
⎯¿Lo puedo pensar?⎯ le pregunto.
⎯¿Qué hay que pensar?
⎯Todo⎯ hablo viéndolo a los ojos⎯ necesito pensarlo y meditar.
Necesito tiempo para saber si es buena idea que me case con ella, ya que me he vuelto un hombre sumamente amargado y no quisiera jalarla a mi amargura.
⎯No tomes mucho tiempo, Canarias. Yo hablaré con Fátima mañana por la mañana y espero de corazón que no la rechaces. Sería un insulto para mi familia.
⎯No es mi intención rechazarla⎯ respondo en voz baja⎯ solo, quiero tiempo, necesito tiempo.
⎯Medítalo, pero, necesito tu respuesta en dos días. Quiero que se casen lo antes posible para poder armar el pápelo. Piensa David, ya pasaron dos años desde que quedaste viudo, tu hijo necesita una madre, Fátima puede serlo... además, debemos arreglar un poco tu imagen.
Sonrío levemente⎯ al parecer la he mantenido bien, ¿no gané un galardón?
⎯Confía en mí... pero piénsalo... ⎯ me pide.
Tomo de un sorbo el whisky y camino hacia la puerta. Lafuente ya no me dice nada cuando salgo de ahí casi huyendo. Quiero irme, quiero quedarme solo, no me quiero quebrar ante mi socio y su familia.
Voy hacia la sala y veo a Fátima jugando con David y los elefantes de cristal. El niño parece relajado y feliz y por lo que veo es bastante parlanchín.
⎯¿Entonces quieres ver elefantes?⎯ le pregunta ella y David asiente⎯¿quieres que mañana vayamos al zoológico?, ¿le pido permiso a tu papá?
⎯¡Sí!, fantes.
⎯Vamos a ver a los fantes...⎯ le promete ella, y en un gesto de ternura le da un beso sobre el cabello⎯ te pareces tanto a Alegra, tú me haces extrañarla menos⎯ le murmura.
⎯Fátima, ¡fantes!⎯ responde el niño, y haciéndome sonreír.
Me acerco y ella de inmediato voltea a verme y me sonríe⎯ David, no sabía que estaba ahí.
⎯No pasa nada...⎯ respondo, y David sigue jugando con los elefantes sobre el sofá.
⎯Quisiera saber si mañana puedo llevar a David al zoológico, quiere ir a ver los elefantes...
⎯¡Fantes, papá!⎯ me muestra la figurilla de cristal.
⎯Creo que ya fueron muchas molestias. Comiste con él en la cocina, lo cuidaste, no es necesario que hagas más cosas por él. Mi hijo tiene su niñera y ella puede...
⎯No es molestia... ⎯ me interrumpe⎯ en verdad, no lo es. El niño ya está ilusionado, no me haga decepcionarlo⎯ me habla firme.
Veo a David tan tranquilo y entretenido, luego veo a los bonitos ojos de Fátima y asiento⎯ si no es molestia.
⎯Para nada⎯ responde feliz⎯ será un placer llevarlo. Regresaremos a la hora que usted quiera.
⎯Bueno, pues... ¿qué te parece si de agradecimiento te invito a comer?⎯ me atrevo a decirle y ella se sonroja.
⎯Bueno... no es necesario.
⎯Insisto⎯ le pido. Esto lo hago como estrategia para conocerla a solas antes de tomar una decisión.
⎯Está bien, entonces, ¿paso por David a las diez?⎯ inquiere.
⎯No, le diré al chofer que lo traiga a las diez y a las dos yo paso por ustedes para ir a comer...
⎯Perfecto⎯ responde, para luego ver a David⎯ mañana irás a ver a los Efantes⎯ le expresa y el niño sonríe⎯ puedes llevar a Pirata contigo.
⎯¿Pirata?⎯ inquiero.
⎯Sí, así se llama el oso⎯ contesta alegre con una sonrisa⎯ me lo dijo hoy en la cena.
¿Es malo que no sepa que el peluche de mi hijo se llama pirata?, si lo trae todo el día
⎯¡Pirata!⎯ habla David y lo abraza.
⎯Bien, Pirata y David estarán aquí a las diez⎯ finalizo, y lo tomo de la mano⎯ hasta luego Fátima, y gracias por tus atenciones.
⎯Un placer, David es un amor de niño...⎯ me responde⎯ adiós David.
⎯Aios Fátima⎯ responde, mientras caminamos hacia la entrada.
Lo tomo entre mis brazos y entro al elevador con él. El niño viene hablando solo mientras juega con el oso que ahora, sé tiene un nombre.
⎯¿Te gustó pasar tiempo con Fátima Lafuente?⎯ le pregunto y él asiente.
⎯¡Efantes!
⎯Los elefantes, sí⎯ le hablo, y lo veo a los ojos.
¿Cómo voy a aceptar una propuesta así si cada vez que veo a David mi Alegra viene a la mente? Sin embargo, Lafuente tiene razón y, tal vez, si un matrimonio por amor no funcionó, tal vez uno por alianza sea lo indicado. Ya que, ¿qué mujer pudiera enamorarse de un viudo amargado y frío como yo?
Ambos caminamos hacia el auto, y cuando pongo a David sobre su silla su mirada se cruza con la mía⎯ ¿te agrada Fátima?⎯ inquiero y él asiente⎯ esa Lafuente también me gusta⎯ le confieso, porque puedo ser amargado y duro pero, ciego no soy y Fátima Lafuente, creció para ser una mujer en verdad bella.
Veremos que puedo conocer de ella mañana, antes de tomar mi decisión.