Había ido a verla, por petición de Luciano, suspiré pensativa, ¿Estaba loca? Aunque nuestra situación había quedado clara, no podía evitar verla a ella como mi rival, sabía que no era su culpa, ella ni siquiera sabía de mí existencia, conduje hasta las afueras de la ciudad en busca del hotel, no había escogido uno lujoso para no llamar la atención de su padre. Cuando Luciano me contó de las palabras de su padre también me quedé anonadada, no tenía nada que decir, no creía la desfachatez que podía llegar a tener ese hombre. Me acerqué a la recepción dispuesta a preguntar por ella, la chica en recepción me echo una mirada desdeñosa. — Buenos días, ¿En qué le puedo ayudar? — pregunto en lo que me observaba detalladamente sin disimulo. Sonreí ignorando su grosería. — Claro que puede ayu