Capítulo 5 - Inesperado desliz.

2111 Palabras
La noche había llegado en menos de los esperado, era como si se acoplase al humor de mi invitada, quién de hecho le agradaba mucho a Cerbero, suponía que se debía a que ella solía llevarse bien con los gatos, de hecho, ella me recordaba tanto a los gatos, reí de solo pensarlo. Sentada en mi sillón, con gesto serio, acariciaba a mi gato como si fuese la villana de la película, en este caso del libro. La luz tenue de la sala ambientaba la escena, el ronroneo de Cerbero llegaba hasta mis oídos, me encontraba frente a ella, sentado en una silla, me levanté y fui a la cocina, sabía que Jessie me miraba de reojo, así que trate de actuar naturalmente. Cerbero tenía sus propios platos, los llene, uno de agua y el otro de purina, me dispuse a preparar café, Cerbero había saltado de los brazos de mi invitada y en cuestión de segundos estaba comiendo su alimento y bebiendo de su agua, mirándolo sonreí satisfecho, sabía cómo cuidar a un animal, no era tan malo como pensaba que sería. Cómo dos tazas de café me dirigí a Jessie, le tendí una y ella me regaló una mirada curiosa antes de tomarla. — Gracias... — musitó entre dientes. — No es nada... Hoy estás en mi casa, creo que ya sabías que vivía aquí, pero me cansé de que nuestros encuentros sean en fábricas abandonadas o en mis escondites para intercambios, hoy quise que conocieras mi casa. — me miró por un segundo con un gesto difícil de descifrar. — Es... Pomposa, pero bonita. — miré a mi alrededor divertido. — ¿Pomposa? — pregunte riendo. Ella bebió de su café y luego asintió, mirándome con sus ojos color avellana, mientras ponía un pequeño pliegue de sus cabellos detrás de su oreja, su cabello n***o y largo era hermoso, sus ojos por alguna extraña razón hoy se veían más expresivos y menos fríos que antes. — Como tú. — soltó con un deje de burla en su voz. Solté una fuerte carcajada y sin dejar de mirarla bebí de mi taza de café. — Creo que se te olvida que soy un mafioso... — dije mientras que dejaba mi taza de café en la mesa de centro. — no deberías hacerme enojar. — recargue mis codos en mis piernas, pose mi barbilla en mi mano izquierda y la miré con una sonrisa torcida. — ¿Ah, no? — pregunto con una mirada desafiante mientras que se acercaba a mí. — ¿Qué vas a hacer? ¿Besarme sin mi permiso? — dijo mordiéndose el labio inferior. — Parece no haberte molestado... — dije en un susurro audible, muy cerca de su rostro. Ella mordió su labio con más fuerza, como si estuviera evitando hablar. — sueltalo, Jessie. Se que te mueres por decirlo... — pase mi dedo anular por su labio, haciendo que lo soltará. — No logro sacarlo de mi cabeza, he estado pensando estupideces, me desconozco... — dijo dejando caer parte de la muralla que mantenía siempre hasta arriba, me miró está vez de forma diferente, dejando ver qué también era frágil, que era humana. Acaricie su mejilla en un gesto tierno. — quiero odiarte, lo deseo, solo quería hundirte para poder vengarme de tu hermano por meter a mi hermano preso y llevarlo a la locura... — miró hacia bajo, sus puños apretados se tornaban blancos. — pero... Tú no eres culpable, no de eso, eres culpable de muchas cosas, pero de eso no... — tome su mentón en mi mano y la obligue a mirarme. — Es cierto que fuí parte de ese grupo que llevo a tu hermano a la cárcel, pero también es cierto que se lo merecía. — Jessie levantó la vista y me miró furiosa. — vamos, Jessie... Abre los ojos. — dije tratando de hacerla entender. Ella se levantó furiosa, me levanté de inmediato y la tomé de la mano. — ¡No se qué carajos hago en la casa del enemigo! ¡Debería seguir con mi plan y hundirte! — dijo pinchando mi pecho con su dedo indice, sonreí. — ¿Acaso no es por que me deseas? Porque yo sí puedo sentir toda la tensión s****l que existe entre los dos... — ella levantó una ceja, furiosa. Me miró, para acto seguido golpearme con la misma mano que hacía un momento me señalaba, ya que su otra mano estaba atrapada por la mía. Me golpeó, y yo la dejé hacerlo. — ¡Te odio! ¡Eres insoportable! — gritaba mientras me propinaba golpes. — ¡Señor! — escuché la voz de Rogelio entrando en mi mansión, que yo humildemente llamaba casa. — ¿Quiere que le ayude? — pregunto preocupado. — Vete Rogelio, aquí nada pasa. — dije en tono serio. — Jessie solo se está desahogando a su manera, así que tú no viste nada. ¡Largo! — termine por gritar, sabía que Rogelio se encontraba sorprendido por la situación. — ¡Si señor, me marcho! No se preocupe, no vi nada. — dijo antes de salir por la puerta. No tenía que girarme para saber que ya no estaba ahí, era mi hombre de confianza, estaba seguro que podía confiar en su silencio, presenciara o no un acto como este. Jessie había parado de golpearme, pero ahora lloraba con la cabeza agachada... Solté mi agarre de su mano y levanté ambas manos para cubrir su rostro, limpie sus lágrimas, mis manos enormes cubrían su pequeño rostro, ella levantó la vista con una mirada triste, sus manos instintivamente se dirigieron a mi nuca y se enredaron allí, me jalo fuertemente, abrí mis ojos como platos, pero mis labios ya estaban pegados a los suyos, tarde en reaccionar, su beso expresaba lo que sentía, ansiedad, desesperación, tristeza, deseo, pasión, todo eso y más... Correspondí a su beso sin pensar demasiado, no pensaba en que pudiera pasar, no después de cómo me rechazo, y de cómo decidí pasar de ella, ya que creía que fuese imposible que algo pudiera pasar entre nosotros. Mi camisa salió a volar por los aires, hasta terminar en quién sabe dónde, mis manos y las suyas iban quitando prendas y aventandolas por doquier, no importaba donde cayeran, el deseo que nos invadía era inmenso, las corrientes eléctricas que se apoderaban de mi cuerpo cuando sus dedos me rozaban eran preocupantes, aunque habría otro día para preocuparse, ahora no era el momento, nuestros labios no se separaban por más de dos segundos, nuestras respiraciones entrecortadas, nuestras manos queriendo juntarse y nuestros brazos abrazarse, acaricié sus pechos ya desnudos, eran perfectos, como ella, su cintura, su todo, baje rápidamente su pantalón, dejando ver su lencería de... ¿Ositos? Ella me miró divertida. — No opines, tengo una obsesión por la ropa interior de ositos, me ayuda a concentrarme cuando investigo. — reí antes de dejarlos caer al suelo. — Tienes buen gusto, Jessie... — le sonreí y ella me devolvió la sonrisa. — amo los ositos... — Jessie soltó nuevamente una carcajada, se veía hermosa sonriendo, podía decir que era la primera vez que la veía sonreír. Me detuve a admirarla, me levanté y mirándola fijamente acaricie sus brazos suavemente. — por extraño que parezca, me encanta cuando sonríes, escucharte reír... Es que es el sonido más bello, me llena de alguna forma el corazón. — ella me miró sorprendida. Ella acalló mis palabras con sus labios, nuevamente el deseo se hizo presente y olvide mis palabras, desnudos... Lleve a Jessie al sofá, ella cayó de espaldas y yo sobre ella. — ¡Hazlo de una maldita vez! — me grito con un tono urgido. Entonces lo hice, me introduje en ella, haciendo que soltase un gemido de placer, se inclinó hacia adelante y me apretó el trasero con las manos, empujando me con fuerza hacia ella, entonces entendí, con fuertes embestidas logre que volviera a recostarse, con su cabeza tirada hacia atrás, sus pechos al aire, increíblemente sexis y erectos, su pequeña y tonificada cintura, y sus grandes y hermosas caderas que ahora me recibían en su centro... Gemidos de placer debordaban por su garganta, arrancados por mi palpitante m*****o dentro de ella, acariciaba sus pechos, su cintura, sus caderas, la tomé de las nalgas y la presione hacia mí, ella levantó la cabeza y me miró fijamente, su mirada había cambiado, se había tornado lujuriosa, su cabello despeinado le daba un toque pasional, sus brazos rodearon mi espalda y sus dedos se clavaron en ella, haciendo que sus uñas arañaran mi espalda, gemí su nombre, y me sorprendí inclusive de mí mismo, ella también dijo mi nombre pidiendo que la hiciera mía con más vigor, y así lo hice... La hice mía, cuando estaba a punto de llegar al clímax, note que ella también estaba a punto de terminar, así que palpe su c******s y lo acaricie con ímpetu, ella gimió con más frecuencia y sus gemidos me hicieron llegar al éxtasis, logré alcanzar la cima y ella también. Un rato después me encontraba sentado en el sillón, desnudo, mirando una descontrolada Jessie buscando su ropa. — ¡Esto no debió pasar! ¡¿Qué diablos me pasó?! — se preguntaba a si misma. Yo por otro lado la miraba extrañado. ¿Qué le sucedió? Una vez terminamos me sacó de ella de un empujón, como si le diera asco, o si hubiera caído en cuenta de que no era la persona que deseaba... — Jessie, cálmate, te ayudaré a buscar, pero tranquilizate. — ella me miró furiosa, fulminandome con la mirada. — ¡Todo esto es tu culpa y de tu manía por secuestrarme! — me grito levantando una camisa del piso, que al parecer era mía, me la aventó en la cara, para mí suerte logré retenerla antes de que me pegará en el rostro. — ¿Culpa mía, Jessie? — pregunte levantando una ceja, mientras me acercaba a ella. — te recuerdo que eres tú quien siempre me sigue... Ella se detuvo y se cruzó de brazos, sus pechos desnudos me distraían de su cara, parada frente a mí, mirándome con desprecio, no tuve más opción que mirarla a la cara. — Precisamente, porque te odio y quiero verte tras las rejas... — reí ante su respuesta. — ¿Ah, sí? Tal pareció que lo que querías era verme entre tus piernas, te gano el afán, te dejaste llevar por tus deseos y tanto tú como yo lo disfrutamos... Lo que no entiendo es porque te molesta sentir algo así, a mí de hecho me intriga. — respondí serio, Jessie soltó un fuerte suspiro. — Mírate, mira está mansión, mira todo lo que tienes, todo es con dinero sucio, todo ha sido manchado con sangre, lo ganaste de manera ilegal. — dijo señalando alrededor. — Es cierto, es lo que soy, es lo que hago. Es lo que se hacer. — respondí dolido, encogiéndome de hombros. — pero no puedes solo acusarme por hacer lo único que se me ha enseñado en la vida, ¿Acaso sabes lo que he vivido? ¿Las pruebas que tuve que pasar para llevar aquí? — le pregunté furioso, con voz entrecortada. Ella se detuvo a mirarme, con la ropa interior ya puesta, suspiro y simplemente negó con la cabeza. — No exactamente, es un dilema, tengo hipótesis o simplemente versiones de fuentes no tan fiables, pero he de suponer que no ha sido fácil... — miró hacia un costado y suspiro antes de volver a mirarme con ojos llenos de tristeza. — aún así, nada de lo que sientas te exenta de lo que has hecho. — asentí rendido. — Tienes razón, nada de lo que yo sienta me libra de la culpa, de todo lo malo que he hecho. — me dispuse a vestirme rápidamente, ante la mirada confundida de Jessie. Tan pronto estuve totalmente vestido me apresure a abrir la puerta. — puedes marcharte. Y cuando estés dispuesta a escuchar mi historia me avisas, con gusto abriré mi corazón a la chica que me gusta. — dije. Me miró con el ceño fruncido, entendiendo mi actitud, rápidamente busco su ropa y se vistió. Una vez estuvo totalmente lista, me miró con una mezcla de rabia y frustración, yo de la misma forma permanecí parado a un costado de la puerta de entrada, con la puerta totalmente abierta, Jessie me regaló una última mirada, confusión, enojó, frustración, toda una mezcla de emociones se reflejaba en esa última mirada, así mismo salió por la puerta, sin siquiera mirar atrás. Suspiré, ¿Un hombre podía sentirse usado? Porque precisamente así era que me sentía.
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