Capítulo 20

1110 Palabras

Respirar era un suplicio que no sabía si podría soportar todo el día. El dolor estaba de ahogándome, apenas podía moverme, pero como todo esclavo, debia hacer caso omiso de mi propio sufrimiento y fingir estar en plenas condiciones para servir a mi amo. Por suerte debia asistir a mis clases de protocolo, por lo que no le vería el rostro a mi dueña en todo el día, a veces atenderle era igual de cansado que tener que soportar las punzadas de mis heridas. Con una clara preocupación, Dalia me dejo partir, ella fue la única de mis amigos que se dignó a despedirme, ya que, aparentemente los demás no se sentía con el ánimo o mejor dicho con la dignidad de verme a la cara, como si ellos hubiesen sido los causantes de mis llagas, aunque todos sabíamos quién era la verdadera culpable, la que echab

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