Benjamín arrinconó a Catalina contra una de las esquinas de la oficina, la apretó contra su cuerpo y la besó con desesperación, no solo porque necesitaba desahogarse, si no porque la adoraba, estaba loco por ella y la necesitaba más que nunca, porque la habia echado de menos, porque por un momento pensó que jamas la volvería a ver y no estaba dispuesto a sufrir lo mismo que padeció cuando Elena murió. Benjamín no pudo salvar a Catalina, pero no pensaba equivocarse dos veces. –¡No podemos llevar esto más lejos! – ella se alejó con dificultad y le habló con la voz entrecortada. –Si podemos, porque tú y yo lo queremos – Benjamín agarró sus mejillas y volvió a besarla – he querido hacer esto desde la primera vez en que te vi, Catalina – negó con la cabeza porque ni siquiera él mismo podi