Catalina pensó muy bien lo que diría al príncipe, ella estaba consciente de que no podía decirle la verdad, de ninguna forma iba a revelar que el hombre de esas fotos era nada mas y nada menos que su marido, el mismo al que su padre la entregó un par de años atrás nada más por la promesa de conservar un linaje al que ella ni siquiera quería pertenecer. Su familia y Antoni podían quedarse con la mafia y todo lo que traía consigo, a Catalina no podía importarle menos, lo único que ella siempre quiso fue aquello que jamás obtuvo en su vida pasada: amor y protección de parte de las personas que estaban a su alrededor.
–¡Habla, Catalina! – sentenció el hombre, confundido.
Benjamín quería creer lo mejor de ella, pero es que ciertamente aquellas fotos no dejaban mucho a la imaginación.
–Es
