Asentí sin mirarlo a los ojos y retomé mi camino esquivando la figura de Lewis, no muy lejos de ahí, salí del pasillo y continúe hasta llegar al vestíbulo principal, donde por fin pude respirar, quizás por desconcierto o por orgullo, no sabía por cuál de las dos opciones había sido la causa por la cual había aguantado la respiración, pero sentí que si lo hacía mi voluntad flaquearía y mis lágrimas revelarían mi debilidad. Esa noche no cene, realmente no tenía apetito. Estaba cansada mental y físicamente, no quería admitirlo, pero su arrogancia y la forma en como me había tomado de la muñeca me habían afectado más de lo que yo creía. Había visto una actitud poco común en Roy y dudaba que mi comportamiento fuera realmente el motivo de su enfado. Me levanté alrededor de las cinco de la maña