Veinte minutos después, un helicóptero aterrizó perfectamente y de el, los gemelos salieron corriendo de inmediato, ambos fueron directamente hacia Sofia, quien tenía los brazos extendidos, lista para recibirlos. —Mis pequeños ángeles —dijo. Sin embargo, el sonido de las hélices era demasiado fuerte para que la pudieran escuchar, así que la mujer los llevó adentro y luego fijó de nuevo su mirada en ellos. —Abejita, ¿por qué estás llorando? — Sofia acarició las mejillas regordetas de Emily, cuya pequeña nariz roja no paraba de gotear. Inesperadamente, los sollozos de Emily se hicieron más fuertes, ella sacudió la cabeza, incapaz de dar una respuesta. Sofia entonces se volvió hacia su hijo, Louis, al parecer, también estaba haciendo pucheros y sus ojos estaban rojos e hinchados, era evi

