—¡Mamá, ya estoy en casa! —exclamó Bárbara entrando en la habitación de Melanie con una sonrisa radiante y varias bolsas de compras colgando de sus manos. En lugar de preguntarle sobre su trabajo, Melanie la saludó con alegría. —¿Fuiste de compras? ¿Estabas molesta o demasiado feliz? La curva de los labios de Bárbara se torció en una mueca. —En realidad, ambas cosas, estaba molesta porque esos chicos me causaron problemas, por eso volví a casa temprano, pero…Bárbara abrió una de las bolsas y sacó una caja. —También estoy contenta porque mi misión salió bien. Al ver el paquete, los ojos de Melanie brillaron y una pequeña risa escapó de su boca. —¡Muy bien, hija! ¡Muy bien! Con gran entusiasmo, Melanie abrió el paquete, al encontrar una bola transparente que contenía pastillas, la so

