–¿Cuántos años tienes? – Connor preguntó sin poder evitarlo. Emily frunció el ceño. En lugar de responder, simplemente negó con la cabeza, recordando todas las recomendaciones que su madre siempre le dio acerca de las personas desconocidas. –Lo siento, señor. Mamá dijo que no deberíamos compartir información personal con extraños. –Pero ya me dijiste tu nombre. –No hay muchas cosas que puedas hacer con mi nombre, pero si te digo más cosas sobre mí, la situación podría cambiar en mi contra. Frank estaba asombrado. Esa respuesta era demasiado madura para Emily. Esa abogada estúpida no podría haber dado a luz a un bebé tan genio. Debía ser solo una coincidencia que tuvieran el mismo apellido. Mientras Connor estaba perdido en sus pensamientos, Emily asintió respetuosamente. –Ahora