Han pasado seis horas desde salimos de Puerto Madryn y ya son más de las diez de la noche cuando mi esposo estaciona su moto frente a la entrada de un hotel ubicado cerca de la costa de esta hermosa ciudad llamada Comodoro Rivadavia —Por fin llegamos, estoy agotada— Le confieso abrazándome a su espalda y lo escucho reírse. —Lo sé, fue un viaje agotador, pero ya estamos acá y la cena nos esta esperando en nuestra habitación— Me informa y otra vez sus palabras me alarman un poco. —¿Me vas a decir que tu familia también es dueña de este hotel?— Le pregunto preocupada y se ríe. —En este caso el hotel es de mi tío Esteban— Aclara mientras que lo suelto y nos bajamos de la moto. —¿Tenés tíos?— Inquiero y me toma de la mano después de agarrar colgarse nuestros bolsos al hombro. —Si, tengo