Han pasado tres días y Franco no volvió. «¿Cómo es posible que todo se haya dañado de esta forma?», no salgo de la habitación, permanezco acostada en mi cama todo el tiempo, la comida me la trae Marie y Mamma Nelly viene un rato, todas las noches para que hablemos, pero eso es lo que menos quiero. —Devo trovarlo (Necesito encontrarlo) —le digo con la voz ahoga a ella, mientras controlo mi llanto. —Vorrei poterti aiutare (Ojalá yo te pudiera ayudar) —dice apenada. —No sé dónde vive, ni cómo encontrarlo —. Acaricia mi cabeza con cuidado. Poco a poco me voy quedando dormida, hasta que dejo de sentir las caricias de Mamma Nelly. Unos golpecitos en la puerta de mi habitación me sacan del sueño profundo en el que estoy sumida y del que no quiero despertar, porque en ese lugar es