Sus ojos azules igual que el mar me miran una y otra vez como cerciorándose que no soy un espejismo. Hay un manto de lágrimas en ellos y es la evidente muestra de lo preocupado que ha estado durante, lo que para mí, ha parecido una eternidad, pero que en realidad fueron algunas cuantas horas —dime por favor que te encuentras bien... que no te ha pasado nada a ti o al bebé— me pide sujetando mi rostro con delicadeza. —Estamos bien, Alejandro y su equipo han llegado a tiempo para rescatarme — explico y miro a Alejandro que está parado a pocos metros detrás de Lucas. —Gracias — le dice Lucas y voltea a verle —te debo la vida de ella y de nuestro hijo— continúa diciendo y verle así de conmovido me hace saber que todo lo que siente por mí es demasiado fuerte al igual de lo que yo siento por é