Capítulo Veinticinco 1

733 Palabras

La casa nueva es enorme, pero también es preciosa. Lo primero que nos recibió fue una enorme muralla que Adán jura que son las puertas pero a mí no me lo parecen, aún así es preciosa. Luego el enorme jardín que hace que sientas la frescura y el impresionante olor a flores. La escena que rompió mi corazón pero por demasiada ternura, fue la de la esposa de Alexander correr hacia él en cuanto supo que habíamos llegado, no pude evitar ver un par de lágrimas en mi rudo cómplice de travesuras y algunas cuantas por los míos. Luego abrazó a Adán y le agradeció por traer de vuelta y vivo al hombre de su vida. Me alejé un poco de la celebración para ir con Elizabet quien a paso lento se acerca a mí. —Gracias a dios que están con bien y volvieron a casa. –dice antes de abrazarme con ternura.

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