Él inmiscuyó sus manos entre su cabello quitándole el peinado y haciendo que este cayera sobre sus hombros. Le besó con una pasión nunca antes sentida, abriéndose paso con su lengua mientras sentía como Luz acariciaba su pecho formando pequeños círculos sobre su piel que en este momento se sentía como fuego ardiente.
Se alejaron para tomar un respiro y ella pudo ver la mirada nerviosa de David frente a ella, el picaflor, el Rey del sexo, se había quedado opacado ante la seguridad de esta bella mujer que ahora lo dejaba sin palabras.
—No te sientas presionado, sólo ámame, tócame como te hubiera gustado que te tocaran. Yo te toco así, como me gustaría, así también te beso.— Comentó Luz tranquilizándolo ya que sentía como el cuerpo de David temblaba.
Muchas mujeres pudieron haber pasado
