Visitas inesperadas

1842 Palabras

(Al día siguiente)  David abrió la cortina de la ducha e inmediatamente se amarró la toalla sobre la cintura. Sentía todo el cuerpo adolorido después de tantas horas de guardia y ahora, faltaban unas horas más. El tiempo que había pasado ayer con Luz había sido maravilloso de pronto deseaba con toda su alma pasar el resto de los fines de semana así, tomando chocolate, riendo, escuchando sus explicaciones y oliendo ese rico perfume que ella usaba. Sin embargo, entendió que Luz seguía encasillándolo como un mujeriego y bueno, no había pruebas que lo refutaran.  Salió a la habitación y de pronto vio a Alexandra recostada sobre su cama vistiendo sólo ropa interior. Él abrió los ojos sorprendido.  ―¿Qué haces aquí? ― Preguntó de inmediato.  ―¡Guau! Esa pregunta nunca me la habías hecho, per

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