Subieron las escaleras del edificio de Luz, hasta que llegaron al noveno nivel donde se encontraba su piso. Luz abrió la puerta y lo primero que escuchó fue a “Gato” maullar ―Hola bonito, ya llegué.― Le dijo tierna mientras él se paseaba por sus piernas. David sonrió al ver el pequeño piso de Luz lleno de fotografías, plantas y color. Una sensación a hogar llegó a su mente. ―Puedes poner la bolsa aquí.― Le pidió y David entró hacia la pequeña cocina. ―Me agrada tu piso.― Comenzó él la conversación mientras Luz sacaba el resto de las latas de la comida y las ponía sobre la barra.― No sabía que tenías un gato. ―No es mío. Es de una de las vecinas y viene a instalarse aquí. ―¿Cómo se llama? ―Gato.― Contestó entre sonrisas. ―Tu gato se llama Gato.― Replicó David incrédulo. ―Así es,