Por un momento, David, estaba alerta viendo hacia la puerta de la casa, pero después el cansancio le ganó y se quedó dormido en el asiento del piloto hasta que unos toques en la ventana no despertaron exaltado y percatándose que la tarde ya había caído, cuando volteó vio a Luz afuera y abrió la ventana. —¿Qué hora son? —Las seis de la tarde. Él se estiró, movió el cuello y luego la vio.— Luz.. —Tienes diez minutos, hablemos pero no aquí, llévame a un lugar. —Dónde quieres. —Dónde sea. Se subió al auto y David sonrió.— No me pongas esa sonrisa de bobo y mejor llévame. —¿Segura?— —Sí, sólo que no sea aquí. David arrancó el auto y sin pensarlo dos veces manejó por más de diez minutos a la Benirràs, uno de sus lugares favoritos para contemplar el atardecer en Ibiza. Luz el rest