Una semana fue lo que David tuvo que esperar para volver a encontrarse con Luz. Una. Y no porque ella no quisiera verlo o le hubiera puesto un límite, si no porque el trabajo no lo dejó ir el primer fin de semana de febrero, y tuvo que esperar al siguiente, lo que él consideró una pérdida de tiempo. Así que tan sólo salió de la guardia, él tomó su maleta y aprovechó que su padre había venido a hacer unos negocios para regresarse en el avión privado de la empresa en lugar de coger el tren. Las constantes idas y venidas a Ibiza, comenzaron a hacer ruido en la cabeza de David padre, ya que su hijo no solía pararse ni por error en su casa y ahora, lo hacía más seguido de lo que estaban acostumbrados. Sin embargo, no le preguntó, dejó que él se tomara el tiempo para contarle lo que pasaba, au