Yo hago mi propio destino

3310 Palabras
(Madrid - finales del verano, ese mismo año)  Después del fortuito encuentro, David y Luz regresaron a sus vidas y jamás volvieron a pensar en lo que había pasado. Bueno, al menos ella, ya que él por breves instantes se preguntaba si Luz habría regresado a Madrid o estaba en otro lado. Se reía con la escena donde ella le había echado el gas lacrimógeno a los ojos y  como es que se había zafado de la situación en la carpa. Tantos continentes en la tierra, países y ciudades y justo se encontraron en aquel lugar de Perú ¡qué ironía! Pero supuso que así era la situación, una que hasta ahora le era imposible de olvidar.  “Un experto en pediatría se le pide pase a la sala de emergencia”  “Un experto en pediatría se le pide pase a la sala de emergencia”  David dejó de registrar los últimos datos de su guardia y vio el reloj. Llevaba ya casi 48 horas y era momento de irse.  “Un experto en pediatría se le pide pase a la sala de emergencia”  Escuchó de nuevo.  — Creo que le dejaré ese al siguiente doctor —  murmuró y salió de la pequeña oficina con los documentos en la mano. Se acercó al centro de enfermeras y Alexandra le sonrió.  — ¿Ya te vas Canarias? —  le dijo en un tono provocativo.  — Así es, es hora de descansar.—  — ¿No responderás al llamado? Ulises aún no ha llegado.—  — Lo siento, sale de mis horas, así que la persona que esté abajo deberá esperar.—  “Un experto en pediatría se le pide pase a la sala de emergencia”  David se quedó pensando y luego murmuró —  mierda.—  — Así me gusta… el deber ante el sueño —  dijo Lula la enfermera al lado de Alexandra y le cerró el ojo. — Alexandra cariño ¿crees que puedas llamarle a Ulises y preguntarle dónde está? Iré a atender el llamado pero cuando regrese necesito que esté aquí.—  — Claro que si bebé —  contestó emocionada y la mirada de Lula hizo que cambiara su frase —  Si doctor Canarias.—  — Gracias.—  Él bajó en el elevador hasta el área de emergencias. Tomo la carpeta y esbozó una sonrisa —  parece que tenemos a otra Ruíz de Con —  murmuró.  — En la 3 —  dijo la enfermera.  David caminó hacia el número tres y al abrir las cortinas se vio sorprendido a ver a Luz sentada en la camilla con una bebé — Parece ser que volvemos a encontrarnos — murmuró.  Luz volteó y vio a David Canarias sonriendo —  ¿10 pediatras y tú eres uno de ellos? —  — Si somos 10 pero sólo yo estoy de guardia—  vio a la bebé sentada en su regazo — ¿Quién es esta hermosura? —  dijo tierno.  — Mi sobrina, Sabina.. la traje unos días a Madrid y hoy por la mañana la llevé al parque y  se cayó mientras le tomaba una foto —  explica apenada.  — De tal tía tal sobrina… tú tampoco regresaste para que revisara tus puntadas —  comenta y pasa su dedo suavemente por la pequeña cicatriz que tiene sobre la frente.  Luz y él se ven a los ojos. Él esboza una ligera sonrisa mientras desliza su mano por el rostro hasta llegar al mentón mientras seguía viendo sus hermosos ojos color café acompañados de esa intensa mirada . Hacía años que no veía a Luz y ahora se la había encontrado dos veces con meses de separación y eso no lo podía creer.  — ¿Crees que puedas ayudarme? —  — ¿Con qué? —  dijo embelezado  — ¿Con mi sobrina?—  contestó ella en un tono de sarcasmo.  — ¡Ah! Si —  dijo él saliendo del trance —  si claro que si. —  Luz se puso de pie y recostó a  la niña que traía los ojos hinchados de tanto llorar, tomó su mano y le dio un beso  —  ya tranquila mi amor, todo estará bien—  le murmuró.  — Así que, te tocó cuidar a Maria Julia.—  — Sabina—  corrigió Luz —  María Julia es mi hermana.—  — Lo siento, no estoy muy familiarizado con las nuevas generaciones de la familia Ruíz de Con Caballero —  respondió mientras se acerca a la bebé y la revisaba —  a ver preciosa, sigue la luz —  le dijo tierno y la niña le sonrió —  si que eres coqueta ¿eh? Me encanta.—   Luz veía la escena y sonreía no se imaginaba a David en este papel—  no sabía que eras pediatra ¿cómo es que me atendiste a mi? —  — Allá era sólo doctor general, acá mi especialidad es pediatría y por eso es que ambos estamos en este lugar.—  — ¿Tú? ¿Pediatra? — contestó Luz en tono de incredibilidad.  — ¿Qué? ¿No puedo? —  David cargó a Sabina y la puso de pie sobre la camilla —  cógela ¿quieres? Debo revisar la frente.—  Ella le ayudó y Sabina no dejaba de sonreírle y verlo con esos hermosos ojos café que había heredado de su madre —  tu sobrina sólo tiene una pequeña hinchazón, pero el golpe no es grave, mantenla en observación y si ves que se siente mal la traes de inmediato ¿vale? —  — Vale, gracias — contesto Luz — ¿Ya escuchaste mi amor? Estás bien, muy bien y podremos seguir recorriendo los parques — la bebé le sonrío y le dio un abrazo —  te prometo que no más fotos ¿si? —  — Si quieres puedo acompañarte —  escucho la voz de David y ella volteó.  Luz lo vió incrédula — ¡Ja! Jamás… este viaje es de sobrina- tía y tú eres David.—  — ¿No puedo ser tío David? Entendí según tu familia que cualquier persona que es cercana a la familia es tío… mi padre es su tío.—  — Es diferente.—  — ¿En qué forma? —   — Que… Sabi y yo hicimos una junta por la mañana y decidimos que para ser tío se necesita cumplir ciertas cosas.—  David sonrío y movió la cabeza incrédulo. No se acordaba de lo imaginativa que era Luz para escaparse de las cosas.  — ¿Cómo qué cosas? —  preguntó siguiéndole el juego y cruzando los brazos.  —  Se necesita mucho… —  y comenzó a pensar —  muchos dulces, helados y una figura de origami.—  — ¿Origami? —  comentó incrédulo.  — Sí porque el origami denota paciencia y los tíos de los niños necesitan paciencia.—  David sonrió, se dio la vuelta, abrió una pequeña caja y sacó una paleta de caramelo que le dio a Sabi, quién la recibió feliz.  — Dulces cubiertos… —  le dijo viéndola a los ojos — ¿Quieres que el Tío David te la abra? —  le preguntó a la niña que asintió con la cabeza.  —  Gracias por la paleta —  dijo educada.  — De nada… ¿Puedo acompañarte? — insistió.  Él la vio a los ojos. Luz se sonrojó y como supo que David lo había notado lo ignoró, cargó a Sabina  —  nos tenemos que ir… gracias —  salió del lugar hasta el área de enfermeras para ver lo del pago. Él caminó detrás de ella —  venga Luz, en quince minutos termina mi turno, no me caería mal una cara conocida en este momento.—  — ¿Conocida? —   — Sí, acabo de regresar y creo que perdí a todos mis amigos y además, me gustaría pasar tiempo contigo y con María Julia.—  — Sabina.—  — Sabina… —  Corrigió.  — Y ¿por qué quieres pasar tiempo con nosotras? —  preguntó Luz interesada.  David se quedó pensando por un momento  en verdad no sabía porqué, sólo tenía ganas de hacerlo pero esa razón no sería buena para Luz, así que  sonrío y luego se acercó a ella lo más que pudo  —  Porque como pediatra de la nena debo estar pendiente de cualquier reacción que tenga por el golpe— se justificó y Luz sonrió sin poder creer lo que decía —  porque te puedo ayudar a llevarla —  continuó —   y  porque… —  y suspiró —  porque... porque….. tengo que esperar a que mi auto esté listo, y toma como cuatro horas más — comentó y ella se rió.  — Te creo más la última-—  — ¿Eso es un sí entonces? —  — Es un eterno tal vez… pero, me ganaste con eso de te puedo ayudar a llevarla.—  — Perfecto. Entonces espérame en el lobby del hospital y yo te veo ahí.—  Luz se dio la vuelta y caminó con la niña alejándose de él. David sentía esta sensación tan rara en él que no supo como explicarla, sólo sabía que le gustaba y mucho. Esbozó una sonrisa y al voltearse se encontró a su amigo.  — ¡Eres increíble colega! —  lo felicitó.  — ¿Qué? —  preguntó.  — Hace unos unos días me decías que cada vez es más difícil conocer a alguien y ahora sales de aquí junto con la paciente… ¿cómo llamas a eso? —  — Luz es amiga mía de la infancia. Mi padre y su padre son socios y bueno.. no sé si viste traía una pequeña nena en sus brazos.—  — ¿Madre soltera? Mejor no te metas con ella.—  — No, es su sobrina, en fin… le dije que mi carro estaba en el mecánico y que tenía tiempo antes de que estuviera listo para estar con ella — comentó coqueto.  — Tú no tienes carro — respondió Ulises.  — Pero ella no lo sabe —  y cerró el ojo —  nos vemos colega... — y se alejó de él.  Sí, tal vez David le había mentido a Luz, pero era lo que se llama una “mentira piadosa” así que no hace daño a nadie. Él se vistió lo más rápido que pudo y salió hacia el lobby donde ella lo esperaba con Sabi en el carriola.  — ¿Listas? —  le comentó. — Listas —  contestó Luz.  David tomó la carriola y comenzó a caminar junto con ella —  venga, el Tío David te paseará hoy —  dijo seguro.  — No eres su tío.—  — Eso lo va a decidir ella hoy —  contestó seguro.  David y ella comenzaron a caminar hacia la estación del metro. La niña iba comiendo su paleta mientras le señalaba a su tía las cosas que veía.  — Mira, que precioso —  le comentó Luz tierna.  — ¿Cómo es que terminaste cuidando a tu sobrina? —  le preguntó él.  — Mis padres se fueron a México por el verano para ir con mi hermano, mi hermana María Julia se quedó en Ibiza y está estudiando para su exámenes, así que me pidió que cuidara a Sabi un momento.  — Y ¿cómo es que llegaste a Madrid si es en Ibiza? —  — Porque Sabi se aburre en la casa.—  — ¿Sabi o tú? —  insistió David.  — No importa.. lo importante es que me la traje para acá y ahora pasamos tiempo tía - sobrina… y parece ser que debo incluirte.—  — Tiempo Tía, Tio y Sobrina —  le contestó él.  — Hace horas ni la conocías y ahora ¿tío? ¡Jamás! —  contestó luz.  — ¿Qué tiene de malo? Ya le di una caramelo —  insistió David.  — No seas necio, no puedes ser tío por un caramelo.—  — ¿Necio yo? Tú eres la más necia aquí—  replicó de inmediato. De pronto ambos se dieron cuenta que se habían pasado de la estación del metro por venir discutiendo. Luz sonrío.  — En fin, pasará unos días conmigo y luego la regresaré a Ibiza, tengo otro viaje por hacer así que no puede ir conmigo.—  — Sí, no creo que sea bueno llevar a tu sobrina a las cuevas —  replicó.  Ambos bajaron a la estación y luego de pagar el boleto se subieron al vagón en silencio. Sabi venía comiendo la paleta y su vestido ya estaba manchado de dulce. Luz tomó una de las toallas húmedas y la comenzó a limpiar.  — La genética de tu madre es bastante fuerte, se parece muchísimo a ella.—  — Sí, es una mini Ximena —  contesta Luz —  preferible eso, porque si se hubiera parecido al papá.—  — ¿Quién es el padre? —  — Eduardo Jaz ¿lo recuerdas? El que se fue de “intercambio a Canadá” —  comenta Luz en tono de sarcasmo.  — ¡Ah! Ya.. dice el rumor por ahí que tu padre básicamente canceló a la familia por completo.—  — No es un rumor. Lo hizo. Su hijo había dejado a su hija embarazada a los 17 y luego trataron de hacer pensar a todos que era culpa de María Julia, así que si no podía evitar el embarazo, evitó que la siguieran molestando… aún así todo el mundo sabe que Jaz es el padre de la nena. Nuestro círculo es bastante cerrado.—  — Así es… —   Luz vio a su sobrina —  pobre María Julia, cometió el peor error de su vida.—  — ¿Tener a Sabi? —  preguntó de inmediato David.  — No, escoger a Eduardo Jaz como padre para de su hija. La niña no tiene la culpa, por lo que ves es una Ruíz de Con Caballero —  comentó orgullosa.  El Metro llegó a la estación y ambos se bajaron con cuidado. Luz cargó a su sobrina mientras David cargaba la carriola.  — Y ¿Cómo funciona eso en tu familia? Ya sabes… los rumores y así.—  — No nos importa, es lo que es y ya está. Además, todos nos encargamos de cuidar a la nena, fue una decisión de familia, cada quién podría de su parte para ayudar al otro a cumplir sus sueños. Ellos me ayudaron con los míos, nosotros ayudamos a Manuel con los suyos y ahora le toca a María Julia, no porque haya pasado esto debe poner todo en pausa.—  — Suena lindo pero no sé si lo sea.—  — Lo es, me gusta cuidar a Sabi, además cada tío le da lo que necesita. Manuel le da historias, yo le doy anécdotas.—  David sonrió con la última frase, se imagino a Luz y a Sabina paseando por todo tipo de lugares y eso lo enterneció. Ambos llegaron al Real Jardín Botánico y entraron juntos a recorrerlo. La niña señalo las flores.  — ¿Te gustan? —  le dijo David mientras la sacaba de la carriola para cargarla entre sus brazos y dirigirse hacia allá — Con cuidado, tocalas, recuerda que son frágiles ¿si? —  le explicaba tierno mientras ella estiraba la mano.  — ¿Y tú? —  — ¿Yo qué?—  dijo él mientras volteaba a ver a Luz que se había puesto a su lado.  — ¿Pediatra? —   — ¿Qué no puedo? —  le respondió.  — Si puedes pero de todas las áreas de la medicina, jamás te imaginé de pediatra.—  — ¿Y de qué me imaginabas? —  le preguntó coqueto mientras las miradas de ambos se cruzaba y volvían a sentir mariposas en el estómago.  — No sé… ¿cardiólogo? —  y él sonrío.  — Lo dices por lo que la gente dice de mi.—  — Algo hay… —  David se puso de pie y caminó con Sabi sujetándola de ambas manos mientras ella caminaba despacio junto con él —  que tenga esa reputación no influye en mi trabajo.—  — Tu reputación de “Pica flor” —  señalo Luz divertida.  — ¿Así le dice tú? Yo lo llamo mujeriego y sí… no influye.—  — Lo dices como si estuvieras orgulloso.—  Él se volteó y vio a Luz a los ojos —  no tiene nada de malo que me gusten las mujeres ¿o si? — y le cerró un ojo —  que sea pica flor como le dices tú no me hace un mal hombre —  y cargó a la bebé que lanzó una risa.  — Nunca dije que eras mal hombre…todos sabemos que no lo eres.—  —¿Todos sabemos? —  y Luz esquivó la mirada — ¡Ah! La familia Ruíz de Con habla del tío David en  casa! —  — No eres tío, ya te dije, y sólo comentamos una vez hace como… mucho tiempo —  contestó Luz nerviosa. Él se mordió ligeramente el labio — ¿les conteste que nos vimos en Perú? —  — No, no hablé del tema.—  — ¿Segura? —  — Segura.. no desvíes la conversación… así que pediatra ¿por qué? —   — Mi madre era pediatra—  contestó de inmediato —  ¿tu eres fotógrafa por tu padre no? —  Ella sonrío. Sabina venía fascinada en los brazos de David y él la pasó por detrás de su cabeza y la sentó sobre sus hombros tomándola de las manos. La nena se rió.  — Soy fotografa porque mi padre una vez me contó que cuando él era joven quería tomar la foto de algo único y extraordinario, pero nunca lo logró. Así que le prometí que yo lo haría por él… — contó sincera.  — ¿Por eso estabas en la cueva? ¿Para captar eso? Un momento extraordinario—   — Tal vez… —  y Luz sacó su cámara y  le tomó una foto a él cargando a Sabina quién sonreía feliz.—  — ¿Puedo verla? —  le preguntó.  Ambos se sentaron en una de las bancas del lugar y ella le enseñó la foto —  Es la foto más bonita que me han tomado y eso que me han tomado de estudio para los artículos que escribo.—  — Luego te la regalo si quieres.—  — ¿Eso me hace oficialmente tío David? ¿No? —  insistió.  — No, David no, todavía te falta el helado y el origami —  le recordó Luz.  Los dos se quedaron viendo a los ojos. David no podía parar de hacerlo, le encantaba su mirada, su forma de sonreír —  no te recordaba así de hermosa Luz Ruíz de Con —  le murmuró sincero.  — Basta David, conmigo no funciona, así que no empieces…mejor sigamos caminando con Sabina y me ayudas a tomarle fotos ¿vale? —   Ella se puso de pie y siguió empujando la carriola. David miró a la niña y ella le sonrió —  sería buen tío sabes… supongo que debo aprender origami —  y la niña le mostró  una rama que había tomado —  ¿Es para mi? ¿Me la regalas? —  y ella asintió —¿Crees que le puedas decir a tu tía que no es broma lo que le digo? —  y ella sonrió — ¿Eso es un sí? —   — ¡Oye! Vamos… —  le gritó Luz.  — Vale, luego me dices.—   Él se puso de pie y siguió caminando con Luz y Sabina durante algún tiempo hasta que decidieron recostarse sobre el pasto debajo de un árbol. Sabina, después de tomar agua se acomodó sobre el pecho de David y se quedó profundamente dormida.  — Ves —  le dijo David pícaro —  soy tan tío David. — Le caíste bien, es todo… —  indició Luz.  — De casualidad ¿puedo saber dónde vas de viaje? ¿A otra cueva desconocida? —  — No, voy San Sebastián, al País Vasco a tomar fotos a una boda.—  — ¿Boda? ¿Eres fotógrafa de bodas? —  preguntó sorprendido.  — Sí, un poco de dinero extra no cae mal.—  — Pensé que papá te mantenía.—  — No, no me mantiene, me ayuda pagando el piso pero todo lo demás lo tengo que pagar yo así que uso lo que sé para ganarme la vida… —  David le sonrió —  y ¿cuándo regresas a Madrid? —  preguntó discreto mientras veía a otro lado.  — No te diré… —  — ¿Por qué no? Sólo es una pregunta simple.—  — Porque así, si volvemos a encontrarnos será cosa del destino.—  — ¿El destino? —  — Sí, hay gente que cree en un ser supremo, mi familia cree en el destino.. cosa de mis padres. Así que…—  — El destino… me gusta… ¿Crees que el destino me dé tiempo de aprender origami antes de que te vuelva ver? — bromeó.  Ella se río ligeramente —  eres insoportable David… mejor vamos que se hace tarde y tu carro debe estar listo.—  — ¿Mi carro? ¿Qué carro? ¡Ah! Sí… el carro — David la estaba pasando tan bien que había olvidado la excusa que le había dado a Luz.  Los dos se pusieron de pie, David recostó a Sabina en la carreola y salieron del jardín. Cuando llegaron a la estación del metro se vieron de frente y sonrieron nerviosos.  — Bueno, pues gracias por todo —  dijo ella.  — De nada… que te vaya bien de viaje.—  — Gracias… igualmente con todo lo que tengas que hacer.—  Por un breve instante los dos se quedaron viendo hasta que Luz sonrío —  cuídate Canarias… —  — Igualmente Lucito —  murmuró él —  Adiós Sabi, te debo el helado—  la niña le dijo adiós con la mano y él sonrío.  Luz se alejó de él empujando la carreola de su sobrina con la mirada de David fija en ella y mientras la observaba pensó.  «Yo hago mi propio destino Luz Ruíz de Con. Es lo que tú no sabes».  
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