Después del segundo encuentro con Luz, pasaron unos meses más para que ambos volvieran a coincidir en el mismo lugar; de nuevo. Para David, parecía que ese tan afamado destino del que Luz era partidaria le estaba poniendo una prueba, para ella.. era normal. La verdad, es que la fama de David no le ayudaba en nada, así que tío de Sabina o no, a ella David le daba igual y así viviría el resto del tiempo, con esa sensación de que nada pasaría y que ambos solamente eran conocidos de la infancia.
Entonces cayó el invierno, y como aves migratorias, ambos regresaron a su lugar de origen para pasar las respectivas fiestas con sus familias aunque esta vez, la “Ave canarias” lo hacía de manera inusual, ya que desde que se había ido a vivir a Madrid era raro que regresara a Ibiza para Navidad, pero esta vez tomó un avión sin pensarlo y lo hizo ¿Nostalgia? ¿Ganas? él no lo sabía, pero algo de lo que estaba seguro era que ese era el momento correcto para estar ahí.
Así que cuando su padre lo vio entrar a su casa la mañana del 22 de diciembre se quedó plenamente sorprendido ya que él había llegado sin avisar, sin ni siquiera enviarle un tipo de mensaje de que estaría para las fiestas decembrinas con ellos.
—¡David! — dijo su madre cuando lo vio entrar.
—Hola mamá — saludó él dándole un abrazo fuerte.
—¡Qué gusto verte! ¡David! ¡Nuestro hijo llegó!— dijo con una voz alegre.
Su padre se acercó y puso una rostro de sorpresa evidente —¡Qué milagro! Nevará en Ibiza — bromeó y abrazo a su hijo que traía las ropas frías.
—Pasa, hijo, pasa… les diré que preparen tu habitación o ¿sólo vienes por un día? — preguntó.
—No, esta vez vengo a pasar Navidad y posiblemente año nuevo con ustedes.—
Ambos padres lo vieron extrañados ya que esa era una movida inusual en su hijo, pero no les importó, después de tanto tiempo él iba a pasar no sólo Navidad si no se quedaría un poco más para disfrutar a la familia.
—¿Y mi hermana? — preguntó.
—Salió de compras con sus amigas, regresará en unas horas ¿tienes hambre? ¿Sed? — preguntó su madre.
—No, no.. ya desayuné antes de venir, me espero a comer con ustedes.—
—¡Perfecto! Dime que traes un traje.—
—David siempre trae trajes, amor — contestó su padre por él.
—¿Por qué? —
—Es que iremos a comer una fiesta de la empresa. En lugar de ser cena navideña será comida y sería genial que nos acompañaras.—
—Sí, sí claro… me encantaría.—
—¡Perfecto! — contestó su padre y luego lo abrazó de nuevo — bienvenido, me hace muy feliz tenerte aquí.—
—Voy a descansar un rato… recuperaré mis horas de sueño perdidas por las guardias.—
—Sí, sí claro… sólo que ve a la habitación de visitas para que Toña pueda arreglar tu habitación — indicó la mamá.
—Si, gracias… con permiso.—
David tomó su maleta y subió escaleras arriba para ir a la habitación de visitas donde se recostaría para inmediatamente quedarse dormido. Las guardias del hospital lo estaban matando, pero también tenía que ver un poco el estilo de vida que llevaba en sus tiempos libres. Por eso, esta vez, decidió que lo mejor era irse a su “casa de retiro” como así lo llamaba, para poder descansar, comer bien y sobre todo estar con sus padres y hermana a los cuales a veces abandonaba mucho mientras ellos le recordaban constantemente.
Él cayó en un sueño profundo, de esos que golpean de inmediato, sin que uno lo pueda evitar y, cuando abrió los ojos de nuevo, supo que al menos había descansado ya que al estirar su cuerpo, todo le supo a gloria. Miró el reloj del móvil y se dio cuenta que eran más allá de las 12:00 del medio día y que prácticamente había dormido cinco horas de corrido, sin que los anuncios de “se solicita pediatra en el área de urgencias” o el de su intercomunicador lo despertara.
Se puso de pie, abrió las cortinas del cuarto de visitas y luego las puertas del balcón para sentir un poco el aire frío. Una de las cosas que amaba de casa de su padre era eso, la vista. No por nada él tenía una de las mejores casas de la ciudad e incluso era envidiada por muchos, no era la ubicación ni el diseño, era la vista.
—¡Dos semanas de esto! ¡Qué ricura! — expresó feliz.
Por un momento se quedó observando al mar y después volteó su mirada hacia el rumbo donde quedaba la casa de la familia Ruíz de Con y se dio cuenta que si tomaba el pequeño yate de su padre podría llegar directo hacia allá ahorrándose el tráfico y todos los semáforos. Ellos dos siempre habían estado tan cerca, literal, a unas aguas de distancia pero simplemente no le había prestado atención al asunto.
La amistad que tenía con Luz era por sus padres más que nada, no porque ellos compartiera un mismo grupo de amigos. Sin embargo, siempre se habían llevado bien, habían pasado una que otra aventura juntos, ambos habían ido a la misma escuela y su hermana no sólo era su amiga, si no también de María Julia. Lo que David ahora quería comprender es porque entre tantas mujeres que habían pasado por su vida y se habían ido, ella, precisamente ella, era la que volvía a parecer.
—¿Habrás venido a casa para Navidad Luz Ruíz de Con? O ¿estás perdida en alguna que otra cueva? — murmuró para después esbozar una pequeña sonrisa.
Escuchó que alguien llamaba a la puerta y volteó de inmediato —adelante.—
Su madre entró sonriente — David, sólo vengo a decirte que en dos horas nos vamos, por si aún quieres venir.—
—Sí, sí claro.—
—Tu habitación ya está lista desde hace rato pero, como estabas dormido profundamente, no quería despertarte.—
—Gracias mamá. Iré a ducharme y estaré listo para irme con ustedes ¿Ainhoa ya regresó? — preguntó curioso.
—Ya, pero igual se está arreglando.—
—Vale, al rato la saludo.—
Su madre cerró la puerta y David se dirigió inmediatamente a la maleta para tomarla y salir de la habitación e irse a la suya. Al abrirla se dio cuenta que seguía igual de “azul” como siempre, ya que ese era su color favorito y tenía tanto la ropa de cama de ese color como la cortina de la ducha, entre otras cosas.
Sacó de la maleta el traje que traía y lo dejó sobre la cama para plancharlo después de ducharse. Se desnudó, dejó la ropa en el cesto y entró al baño para meter su cuerpo debajo del chorro de agua caliente y relajar los tensos músculos que traía contracturados por todas las guardias que hacía, a veces tan largas que perdía la noción del tiempo. Básicamente la vida de David se regía por el café, uno que otro bocadillo rápido y cansancio.
Salió después de una larga ducha, se puso la ropa interior, planchó el traje que había sacado junto con la camisa y después de peinarse el cabello, ahora corto, arreglarse la barba castaña, se puso loción para después salir de ahí, listo para “socializar”.
En el camino se encontró a su hermana Ainhoa quién se veía en el espejo de su habitación tratando de alcanzar el cierre del vestido que se encontraba detrás de la espalda. Se recargó sobre el marco de la puerta observando la graciosa escena.
—¿Puedes dejar de verme y ayudarme? — le dijo invitándolo a pasar.
David se río y ayudo a su hermana a subir el cierre del vestido color rojo que se había puesto. Luego ella se vio frente al espejo y sonrió — me encanta — dijo feliz.
—Te ves muy… navideña — le contestó David entre risas.
—Ya cállate — le reclamó — es la primera vez que visto un vestido tan… adulto.—
—Bueno, tienes 22 casi 23 años, ya es hora de que dejes de usar Tutús y ahora uses esta ropa.—
—Ja, ja, ja — se río en forma de sarcasmo — estudio ballet y lo sabes, no lo uso todos los días.—
—Sólo bromeo hermana — murmuró él y después caminó hacia la ventana de su habitación para ver la calle.
—y tú ¿qué haces aquí? — dijo con un ligero tono de extrañeza.
—¿Qué no puedo venir a visitarte? — respondió David mientras seguía observando a la calle.
—¿A mi? Nunca vienes, siempre vamos y ahora ¿vienes? —
—También es mi casa ¿qué no? — contestó entre risas —¿Ahora no puedo venir a mi casa?—
Ainhoa arqueó una ceja —¿Cuál es tu razón? —
—La razón de que quiero ver a mi familia — aseguró.
—¡Claaaaaarrroooo! Y yo soy la Reina Letizia.—
—Lo siento su majestad, no quería ofenderla — volvió a bromear.
—¿No me dirás? —
—Ya te lo dije y si no me crees… lo siento. Ahora vámonos que tenemos que ir a hacer acto de presencia antes de que nos quiten las acciones de la empresa.—
David le ofreció el brazo a su hermana y ambos salieron de la habitación para unirse a sus padres en la sala y después salir juntos hacia su destino. Él iba atento observando el paisaje, mientras su hermana enviaba mensajes por el móvil y le enseñaba a su padre unas nuevas zapatillas de ballet que quería comprarse para usar en la academia el próximo año. Unos momentos después llegaron a uno de los hoteles de los socios de su padre y los cuarto se bajaron.
—Péinate — le dijo David a su hermana mientras le pasaba la mano por el cabello suelto.
—¡No David! — le reclamó.
—David.. por dios, casi treinta años y la sigues molestando — dijo su mamá en tono de regaño — tú también péinate — y le pasó la mano de la misma manera haciendo que él se riera.
—Ya, basta los tres — dijo el papá un poco serio.
Entraron al hotel y caminaron hacia el salón donde la comida tomaría lugar, ya había alguno de los socios con sus familias y los Canarias se dedicaron a saludar a uno por uno y les desearon Feliz Navidad. David se sintió extraño, no conocía a todos pero ellos lo conocían a él a la perfección, sabía qué carrera había estudiado, donde vivía e incluso uno que otro detalle que ni siquiera él se acordaba.
—Recuerdo que un día cuando eras pequeño le robaste la cerveza de lata a tu papá y te pusiste una borrachera — relató uno de los socios haciendo reír a todos.
—Y mírate ahora, pediatra — completó la señora de al lado que era su esposa — uno muy guapo por cierto ¿eh? Me hubiera gustado tener una hija para presentártela, lastima que tengo puros varones excepto que.. ya sabes — insinuó.
—Muchas gracias pero por el momento soy un alma libre.—
—O mujeriego — murmuró su hermana y él la vio.
—Simplemente no tengo novia.—
—Bueno, el caso es que te diviertes antes de establecerte por completo, es normal David, además, un gran partido como tú debe tener mujeres por montones— justificó la señora.
—Algo así — respondió su hermana.
Volvió a verla de nuevo y ella se río — eso te pasa por despeinarme —le reclamó
De pronto todos voltearon a ver a la entrada y sonrieron —¡Ah! Miren quienes llegaron.. los Ruíz de Con — comento la misma señora y su esposo empezó a saldarlos con la mano para que se acercaran.
Tristán y Ximena Ruiz de Con venían con la pequeña Sabina en brazos y con su hijo Manuel al lado. David no lo recordaba tan alto, pero supuso que sería normal ya que su padre lo era. Él se quedó viendo a la entrada pero nadie más apareció.
—¿Buscas a alguien? — preguntó la hermana insinuando algo, pero él sólo la ignoró.
Se acercaron al círculo y Sabina le sonrío coqueta, parecía que lo había reconocido.
—Buenas tardes — dijo Tristán.
—Qué bueno que llegaron, estábamos pensando que no lo harían.—
—Lo siento… pero teníamos que ver algunas cosas, recuerden que hoy es nuestro aniversario.—
—¡Cierto! Y lo festejaran en esta comida — se disculpó la señora.
—No, está bien… lo festejamos en el verano cuando fuimos a México.—
Ximena volteó y vio a David — Qué crecido estás — le dijo sonriente — poco quedó del chico que nadaba en nuestra piscina.—
—Señora, gracias — contestó sonrojado.
—Dime Ximena, ya te dije — y lo abrazó.
Los Ruíz de con saludaron a todos los que estaban alrededor y David seguía viendo hacia la entrada.
—¿No vino su hija? —preguntó de repente.
—¿Cuál de las dos? Bueno tres.. — dijo señalando a Sabina.
Entonces a David le dio un poco de vergüenza preguntar por Luz, así que mintió — Cierto, no recordaba que eran tres ahora.—
—María Julia está viendo algunas cosas de su beca y Luz anda por ahí.—
—¿Por ahí? — insistió.
—Sí, es la fotógrafa oficial de este evento, pero antes de entrar vio algo y dijo que ahora nos alcanzaba.—
—¡Ah! Vale, vale.. —
David tomó una de las bebidas que traía los meseros y luego se alejó del círculo para comenzar a recorrer el lugar. Quería distrarse, aunque el afán de ver a Luz lo comía por dentro. Ella sí esta aquí en Ibiza y habían vuelto a coincidir y por alguna razón eso lo hacía muy feliz. Tomó uno de los canpés que estaban sobre la mesa y luego se acercó a una de las ventanas para observar el resto del hotel.
—¿Dónde estás Ruíz de Con? — murmuró mientras buscaba atento y de pronto escuchó una voz.
—¡Sonríe! —
—¿Qué? —comentó mientras volteaba y el sonido de una foto llegaba a sus oídos.
Luz sonrío mientras veía la foto reflejada en la pantalla — Tu mejor foto ¿eh? —
—¿A ver? — preguntó él de inmediato.
—No, esta irá a mi mural de las mejores fotos que he tomado.—
—No Luz, déjame ver — dijo tratando de tomar la cámara y ella se la quitaba de la vista.
—No señor, arruinarás la mejor foto de tu vida.—
—Ya Luz déjame ver — insistió entre sonrisas.
De nuevo estaba ahí la familiaridad entre los dos, esa que surgía natural y que los hacía tener momentos como estos, especiales, que se sentían tan bien, que los dejaban interactuar sin importar lo que pasaba a su alrededor.
—¡Bórrala Luz! Salí horrible — le reclamó.
—Sales bien.. es tu mejor foto.—
—Claro que no, mi mejor foto es la que tengo con Sabi, dijiste que me la regalarías ¿dónde está? —
—En algún lugar que no te diré — comentó coqueta.
Las miradas de ambos se cruzan y de pronto las pupilas de ella estaban clavadas en las suyas removiendo todo por dentro.
«Aquí iba de nuevo, otra vez esa mirada profunda, esos ojos brillates» pensó para él mismo.
—¿Llevas tu cámara para todas partes? ¿Hasta para las comidas de la empresa? —
—Sí, pero esta vez estoy trabajando, tu padre me contrató como la fotógrafa oficial y me dijo que tenía que tomar fotos de todo lo que viera.—
—Pues con esta foto puedo decir que no estás haciendo bien tu trabajo — bromeó.
—Mi trabajo lo hago bien, no es mi culpa que no sepas posar y que seas feo — contestó en el mismo tono.
—¿Me estás diciendo feo? — preguntó desconcertado.
La boca de Luz se curvó con una sonrisa — Te cortaste el cabello — y se lo despeinó tal y como su madre lo había hecho momentos antes de entrar.
—A mi padre no le gusta el cabello largo, además, necesitaba un cambio de imagen.—
—Te hubieras cambiado entonces esa sonrisa pícara que tienes.—
David se acercó más a ella y le murmuró — ¿Entonces te gusta? —
Luz le regaló media sonrisa — me tengo que ir a trabajar, pero me dio muchos gusto verte Canarias. —
—El origami ya está en progreso — contestó.
—Pero aún le debes el helado. Cuídate. —
Ella se alejó del lugar y comenzó a hablar con las personas para luego tomarles fotos y apuntar algo sobre una pequeña libreta. Él la observaba atento mientras tomaba unos sorbos de la bebida y sonreía como idiota.
—¿David? — escuchó la voz de una chica y al voltear vio a su amiga Sofía.
—¡Hola guapa! — contestó — ¿Qué haces aquí? —
—Trabajo en el hotel. Hace mucho tiempo que no te veía por aquí.—
—Lo que pasa es que mi trabajo me absorbe mucho y no me da tiempo de venir para acá.—
—Pues me alegra verte… ¿Quieres ir por una copa al rato? Termino a las siete — propuso.
—¿Copa? —
—Si ya sabes, para ponernos al día ¿te parece? — insistió.
—Sí, claro, me encantaría.—
—Vale, entonces salgo a las siete ¿nos vemos en mi piso? —
Él asintió con la cabeza mientras le daba una sonrisa leve — te veo a las 8:00 pn en tu piso.—
—Perfecto.—
Sofía se alejó y de pronto David sintió a mirada de Luz sobre él y por un momento se sintió terrible sin embargo, ella le sonrió tímidamente y el resto de la fiesta no volvió a hablar con él.