Capítulo 4:

2292 Palabras
Cucaracha fantasma. Francis estaba nerviosa, había tomado una ducha y miraba el reloj constantemente, quería dormirse y fingir que no se había dado cuenta, pero no podía conciliar el sueño, ¿Ahora que iba a hacer?, “Y si lo haces, más te vale que no lo disfrutes“ ¿Disfrutar?, ¿Cómo podría ella disfrutar estar con un hombre que no le gustaba?, bueno, más bien que no le caía bien, Se tiró en la enorme cama y lanzó un grito que apenas fue audible, pues su boca estaba siendo tapada por la blanca colcha, Escuchó ruidos afuera, se asomó por la ventana y miró el auto de su esposo, había llegado, su corazón empezó a latir muy rápido y lo que hizo fue meterse debajo de la colcha, se acomodó con rapidez y cerró los ojos. Mientras tanto Harrison ingresaba a su casa, fue a la cocina por un vaso de agua, lo llenó y bebió aquel líquido sin respirar, subió a la segunda planta y fue primero a su despacho, dejó su portafolio y miró unos papeles por última vez, miró el reloj, 8:56 pm, dejó todo y fue a su habitación, sólo entonces miró a su esposa, quien estaba acostada en aquella enorme cama, y quien parecía se había quedado dormida, “Le dije que no se durmiera “, estaba bien, la despertaría, mientras más rápido le diera un hijo, más rápido se desharía de ella, Se metió a la ducha y sonrió al recordar a Francis enojada, entonces también recordó que el anillo de matrimonio lo traía aún en su saco, tenía que dárselo, ella tenía que usar ese anillo siempre, Terminó y salió con una toalla enrollada en su cintura, mientras que con otra secaba su cabello, miró hacia la cama y se preguntó así mismo si podría hacerlo, ¿Si podría tener una…una erección con esa mujer?, tendría que averiguarlo, no había más, Se metió bajo la colcha y se sintió algo tonto, siempre había estado con mujeres que se le lanzaban sin preámbulos, pero ahora era él quien buscaba a la mujer, Se acercó a ella y le tocó el hombro, Francis quien estaba despierta se estremeció y no le quedó más que girarse y darle la cara, Lo miró a los ojos y tragó saliva, —Ya llegaste—dijo ella con los nervios a flor de piel, —Si, se que es tarde y que debes de estar cansada, pero…— —Esta bien—interrumpió ella, —Eres un hombre… trabajador, y eso no es malo, al contrario, es bueno, debe gustarte mucho tu trabajo, ¿Te gusta tu trabajo?— Harrison lo pensó, ¿Le gustaba su trabajo?, —Pues no es algo que me disguste hacer— respondió al fin, Francis se acomodó para verlo mejor, —Por cierto, ¿Por qué tienes una casa tan grande si vives tu solo?, no crees que es un poco… exagerado— —¿Exagerado?, en serio, ¿tú me lo dices a mi?—preguntó algo incrédulo, ella solo asintió y él respondió, —No lo sé, me gusta que sea amplia, siempre he vivido en casas grandes, así que… supongo que es la costumbre— —Deberíamos de tener una mascota, ¡Un perrito!, ¿Podemos tener un perrito? — —¿Tú lo cuidarás? —preguntó él sin darse cuenta de lo que ella hacía, él ya había pensado la posibilidad de tener una mascota, pero no tenía tiempo para una, tener un perro y no prestarle atención era algo cruel, —Si, lo prometo, yo lo cuidaré, no tiene que ser un perro de r**a, es mejor adoptar a un callejero, y si es grande mucho mejor— —No creí que fueras ese tipo de persona— comentó él al verla tan emocionada con la idea de tener un perro de la calle, —¿Cómo creíste que sería? — —Investigué un poco sobre ti, vas a un club deportivo, gastas mucho cada fin de semana en ropa que estoy seguro ni siquiera usas, armaste un escándalo en una cafetería solo por que tu té, estaba frío, tanto que incluso demandaste al lugar, y también saliste con el hijo de un político, el cual es una aberración si me preguntas— Francis no sabía de qué le hablaba, —Si… pero por eso terminé con él — —Todos te tachan de insensible — —¿Insensible?, que crueles, y si lo sabías ¿por qué aceptaste casarte conmigo? — —Mi abuela dijo que eras de buena cuna, que eras bonita, y también es amiga de tu padre, creí que lo sabías— —Ah si, claro, ya lo sabía — Harrison miró a la chica y notó sus bonitos ojos, ella no se parecía a la de la fotografía, tal vez se hizo alguna cirugía plástica, no quería preguntar, pero sin duda había quedado bien, —¿Tus ojos son naturales? — preguntó él mientras miraba el bonito color gris que tenían, —¿Te refieres a que si uso lentes de contacto? — —Si— —No, no los uso, soy alérgica a ellos— —De cualquier forma no los necesitas, tus ojos son bonitos — Francis se sintió extraña, esas eran las primeras palabras amables que salían de la boca de aquel tipo, —Gracias— Harrison se acercó aún más a ella, iba darle un beso en los labios, pero Francis se alejó con rapidez, —¿Qué ocurre? — —Nada, es que… me pareció ver… ver…¡Una cucaracha!, ahí— dijo ella y señaló un lugar detrás de él, —¿Cucarachas?, aquí no hay de esos insectos, créeme nunca he visto uno—afirmó Harrison mientras miraba la pared, ¡¡¡¡Aaaaaaaa!!! Gritó Francis y sobresaltó al pobre hombre, —La miré, se metió debajo de la cama— Harrison suspiró y se levantó, se asomó debajo de la cama pero todo estaba limpio, no había nada, —Francis creo que te estás volviendo loca— —¿Sabes qué?, yo no puedo dormir en esta habitación, me da miedo, voy a dormir en la de huéspedes — —¿De qué hablas? — —Si, yo me voy a la de huéspedes, y tu te quedas aquí a buscar la cucaracha, mátala— dijo ella y se apresuró a salir de aquel lugar, —Espe… — Harrison no pudo terminar de hablar, ella ya se había ido, se rascó la barbilla un poco confundido y estuvo cerca de veinte minutos buscando al diminuto animal, pero no tuvo éxito, debía de ser una cucaracha fantasma, ya estaba cansado y sin ánimos, así que decidió acostarse a dormir. Francis se había salido con la suya y estaba aliviada, pero no sabía cuánto más podría alejar a Harrison, llevaban casi una semana de casados y aquel matrimonio no se había consumado, ella sabía que en cualquier momento pasaría, en cualquier momento tendrían que tener sexo, Se estremeció de sólo pensarlo y decidió acostarse a dormir. A la mañana siguiente, mientras Harrison se bañaba, Francis fue por un poco de ropa, salió de puntillas y volvió a la habitación de huéspedes, se metió a la ducha y se alistó para ir a trabajar, En el comedor estaba un hombre desayunando y leyendo algunos correos cuando miró a la bonita joven que llegó, ¿Ahora que estaba usando?, Ella traía puesto un conjunto juvenil muy bonito, y demasiado sexi, era una falda ajustada de color blanco que la cubría desde la cintura hasta las rodillas, dejando ver su bonita figura y sus curvas, y en la parte de arriba traía una camisa de mangas largas ajustada, que llegaba hasta su bajo pecho, dejando ver un poco de su piel entre la unión de la camisa y de la falda, Harrison tragó su comida y bebió un poco de jugo sin apartar la vista de la chica, su cabellera castaña estaba suelta y era hermosa, toda ella era hermosa, por primera vez se dio cuenta de eso, Francis se sentó y tomó un poco de pan tostado, miró a su esposo y arrugó la nariz, —¿Qué ocurre? —preguntó al ver que la miraba fijamente, Harrison salió de su trance y se aclaró la garganta, —Nada— respondió y continuó leyendo sus correos, Francis comía y de vez en cuando miraba su esposo, el parecía tan concentrado en su trabajo, era aterrador, terminaron el desayuno y salieron de la casa, Francis subió al auto, subió en la parte trasera y se acomodó en aquel lugar, —¿Qué haces?—preguntó Harrison mientras la veía por el espejo retrovisor, —¿Qué hago de que? — —No soy tu chofer, ven aquí adelante — —No, de echo me quedaré aquí atrás — —¿Por qué insistes en llevarme la contraria? — —No le llevo la contraria señor Harrison, solo no quiero hacer lo que usted me pide — —¿Acaso no es lo mismo? — —No — Harrison sonrió y puso en marcha el auto, conducía y de vez en cuándo miraba a su esposa por el espejo, sin duda ella se veía demasiado joven, no parecía de 29 años, parecía una chica de 21, tenía una nariz fina y bien formada, no tenía imperfecciones en su piel, él mismo lo había comprobado, y ella parecía tan llena de vida, Tal vez él era el que ya se sentía acabado, a sus 36 años ya no se consideraba tan joven, siete años de diferencia no eran muchos, además ella pronto cumpliría los 30,ya no serían siete años de diferencia si no sólo serían seis, —En una semana cumples los treinta, ¿Cierto? — Francis se quedó en shock por la pregunta, “¿Cuándo mierda dijo que cumplía años? “, hizo memoria y se esforzó, pero lo había olvidado, no estaba muy segura, —Creo que si— —¿Crees?— —Oh, es que, no me gusta celebrar mi cumpleaños, yo solo… solo escojo un día al azar que este próximo a mi fecha — —¿Pero es el veinte de octubre, verdad?, lo recuerdo por que también es el día en que mi abuela cumple años — –Si, así es— —En ese caso, ¿Te gustaría ir a algún lugar?, se que viajas mucho a París — —¿Te refieres a viajar? — —Si— Francis se emocionó pero trató de no volverse loca, —¿Y puedo escoger cualquier lugar? — —Si, por supuesto — —Entonces… ¿Podemos ir a… Acapulco? — —¿Acapulco? — —Si— —Si, esta bien, espero que no te molestes, cada año hacemos un viaje para los empleados destacados de la empresa, se seleccionan a veinte de ellos y son invitados, curiosamente la fecha cae justo en tu cumpleaños, ¿Esta bien si llevamos a todos con nosotros?, no tienes que interactuar con ellos si no quieres, es so…. — —Si, yo no tengo problema —dijo Francis muy feliz, viajaría, por primera vez en su vida viajaría, —Perfecto, arreglaré todo entonces— Francis se preguntaba por qué de repente a aquel hombre le nacía el ser amable, sin duda era mejor que su crueldad, Llegaron a la empresa y al entrar a las oficinas todos los miraron, Jordana se apresuró a recibir a su jefe y sin pedir permiso se sujetó de su brazo, Francis solo la miró y la ignoró, fue a su escritorio y dejó sus cosas, Harrison miró a su secretaria y la alejó un poco, —Ven a mi oficina tenemos que hablar —Informó él, Jordana sabía que aquello era una propuesta para a hacer cosas de adultos, sonrió feliz y asintió, miró a Francis y se burló de ella, Ambos entraron a la oficina y mientras Harrison dejaba sus cosas, Jordana se desabrochaba la camisa, —¿Lo hacemos en tu escritorio o en el sofá? —preguntó la mujer, —En ningún lado —respondió Harrison y se sentó en su silla de escritorio, —Esto tiene que terminar— —No entiendo— —Ya no podemos salir de forma sentimental, si quieres permanecer en tu puesto, esta bien, no tengo problema con eso, pero si quieres renunciar eres libre de hacerlo — —Espera… ¿Por qué haces esto?— —Por qué estoy casado ahora— —A mi no me importa, yo te quiero de verdad — —A ti no te importa, pero a mí esposa si, así que dejemos esto por la paz— —Esa mujer te esta manipulando, Harrison tu y yo nos divertimos mucho, por favor no me dejes— —si nos divertimos, pero solo ha sido eso, diversión, ya no insistas, ahora vete tengo que hacer unas llamadas importantes —dijo Harrison, Jordana rechinó los dientes y salió de la oficina, miró a Francis y apretó los puños, tenía ganas de golpearla, Francis también la miró y dibujó una sonrisa al ver a la molesta mujer, —No sabes con quien te acabas de meter —dijo la mujer en voz baja, Francis no quitó su sonrisa, —¿Me hablas a mi?—preguntó fingiendo confusión, Jordana se alejó antes de que no pudiera contenerse y Francis solo suspiró, —¿Kate?— Francis alzó la vista y sintió pánico al ver a una amiga de la infancia, ahora si que estaba en un problema muy grande.
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