Matías Nadie se acercó, por lo que luego de cinco malditos minutos, esperando como un idiota, en la recepción vacía, me adentré por el pasillo. Conocía las instalaciones, había estado aquí un par de veces. Nunca fueron visitas agradables, pero si necesarias. Golpeé la puerta de la oficina de Saucedo, sin recibir respuesta alguna. Sin importarme que pudiera molestarse, la abrí, comprobando que no se encontraba aquí. ¿A dónde demonios estaban? Continué avanzando hasta que llegue a la sala común, esperaba que se encontrarán aquí, ya que no tenía ganas de subir al segundo piso. En cuanto entré, comprobé que también estaba desierta, a excepción de una sola persona. Observé al tipo, el cual se encontraba sentado en la banca, encorvado mientras movía su cabeza al ritmo de la música que

