Angelica White ¡Mierda! «No, no, no. ¿En qué jodido momento vine a quedarme dormida?». El pensamiento que vino a mí en la madrugada, cuando abrí los ojos, vuelve a instalarse en mi cabeza. En mis planes estaba descansar, sí. El camino fue un poco intenso, no porque haya sido largo, sino porque en todo momento mi cuerpo estuvo en tensión y alerta. Y apenas toqué la cama y mis pensamientos se quedaron en calma, me quedé dormida. Pero quedarme completamente rendida como lo hice, en definitiva, no era lo que quería. Cuando decido abrir mis ojos me doy cuenta de que la habitación tiene esa luz matutina que se filtra por las cortinas gruesas. No hay ruido. Solo el sonido distante de la ciudad y esa sensación clavada en mi pecho de que estoy cometiendo una locura. Me estiro con pereza, c