Angelica White El cielo está cubierto de nubes, pero no amenaza con lluvia. San Francisco amanece con esa calma que no parece propia de una ciudad. Y Curtis me dice que vayamos a caminar. No sugiere nada más, solo eso. No sé si es hacia la costa, tal y como lo hicimos ayer o vamos a recorrer la ciudad, pero yo lo sigo porque disfruto su compañía. Agradezco que los planes estos últimos días sean tranquilos, nada alocados, nos ha permitido acercarnos más, abrirnos y hablar de lo que sentimos. Después de su frase en italiano que me hizo erizar la piel y que si pudiera, realmente me tatúo. Curtis me da ese pequeño y único detalle. Mientras caminamos, tengo que aguantar la risa, porque estos son pensamientos que no quiero compartir. Pude haber pensado que en esa caja había cualquier