La llegada a la casa de los demonios me hace fruncir el ceño al ver la impresionante estructura. Es un palacio digno de la realeza en un intenso color azul muy claro, con detalles en color blanco y dorado. El extenso terreno que rodea la propiedad está cubierto de nieve lo hace parecer irreal. Al bajar del auto rodeo este para abrirle la puerta a la demonio que está completamente pálida y siento que en cualquier momento volverá a vomitar como lo ha hecho durante todo el camino aquí. Me acerco con intensión de ayudarla, pero ella me detiene con la mano antes de doblarse y vaciar el poco contenido que debe haber en su estómago. - Campeón, debes ayudarme un poco – murmura acariciándose el vientre mientras su escolta se acerca extendiéndole una botella de agua. - ¿estas bi