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1621 Palabras
Me encuentro frente al espejo decidiendo que ponerme, que vestido será el más apropiado para la cena de negocios. Pase casi todo el día ultimando detalles de las reformas que comenzaron hoy. A la hora del almuerzo comí con Axel en la casa ya que Baltazar tenía una reunión, ahora estoy aquí tratando de decidir qué ponerme. pero ¿por qué me preocupo? Es solo una cena, me digo a mi misma. Así que elijo un conjunto de encaje blanco de falda y blusa. Elijo tacones a juego de color beige. Dejo mi cabello suelto en delicadas hondas, amo mi cabello y me maquillo suavemente.  - ¿Qué opinas Anubis? – preguntó volviendo a verlo acostado sobre el sofá qué hay dentro del closet - ¿me veo bien?  - ¿sabes que él no te responderá? – me sobresalto al escuchar su voz. - ¿Cuánto llevas hay? – pregunto tomando mi abrigo.  - Lo suficiente – viene hasta mí y me quita el abrigo para ayudarme a ponérmelo – por cierto, estás preciosa – dice dejando un delicado beso en mi cuello erizándome la piel, una de sus manos se posa en mi vientre para pegarme más a él – hueles delicioso – su cercanía me pone muy nerviosa, llevamos solo dos días de casados y él comienza a gustarme, no creí que llegara a pasar, pero no quiero cerrarme a lo que pueda llegar a sentir porque estoy casada con él y no quiero amargarme la vida.  Al salir del edificio veo que en la entrada nos espera Tiago junto a un hermoso Cadillac de color n***o, él al vernos nos abre la puerta y mi esposo me ayuda a entrar. Durante el camino no hablamos, pero él sostiene mi mano acariciando con su pulgar el dorso de esta. Me vuelvo a verlo y parece perdido en sus pensamientos. Mientras lo observo pienso en que no puedo sentir nada por este hombre, un hombre que me compro como si fuera un objeto, me obligo a casarme con él, un hombre que quiere encerrarme en una cárcel de mármol.  Al pensar en ello siento enojo y mucha tristeza al pensar en que mi vida se arruino desde que él apareció en mi vida. Siento que el auto se detiene sacándome de mis pensamientos.  - Llegamos – dice con esa sonrisa que comienza a gustarme.  Entramos a un edificio bastante lujoso, caminamos por el lobby hasta el ascensor y una vez dentro de el veo que presiona el último piso. Estoy dándole la espalda cuando de repente siento que me toma de la cintura y me da la vuelta para quedar frente a él, me besa delicadamente evitando que se me corra el labio y es algo que le agradezco. Nos separamos lentamente mirándonos a los ojos.  - ¿Cómo estuvo tu día? – pregunta y yo sonrió.  - Bien, ya comenzamos las reformas, esperamos que todo esté listo para mitad de la próxima semana – digo y mientras él acaricia mi rostro. - ¿me ayudarás a elegir el mobiliario?  - ¿Eso quieres? – pregunta mirándome a los ojos.  - Me quitarías un gran peso de encima – digo y noto que su mirada cambia, además de que su cuerpo se tensa.  - ¿esto no te entusiasma ni un poco? – pregunta molesto, pero sin soltarme.  - ¿la verdad? – preguntó y él frunce el ceño – no, no me siento cómoda haciendo esto. – veo que él va a decir algo, pero en ese momento se abren las puertas del ascensor y veo que me toma de la mano para salir del ascensor.  - Buenas noches – nos saluda el maître - bienvenidos señores... - Baltazar lo corta  - Rochester – gruñe  - Por supuesto, los esperan – nos informa – síganme por favor – caminamos tras el joven que nos guía hasta una mesa en la que se encuentra cinco personas. Dos hombres de unos cincuenta y tantos, dos mujeres muy hermosas y un poco más jóvenes y una mujer joven, un poco mayor que yo muy hermosa, pero ella al verme sus ojos se llenan de odio.  - Buenas noches – saludamos al unísono mi esposo y yo. Los ya mencionados se ponen de pie excepto la mujer joven.  - Les presento a mi esposa Anelis Rochester – dice con orgullo mi esposo. – Anelis, ellos son Isabel y Felipe Smith, su hija Kendra Smith. – la mirada que me lanza Kendall me hace darme cuenta que entre ella y Baltazar ocurre algo que me molesta, trato de reponerme y fingir que no me importa, pero en realidad y para mi sorpresa lo hace – y ellos Camil y Roger Cooper.  - Es un gusto conocerlos – digo mientras lo esposo me corre la silla para que me siente.  - Eres muy hermosa – dice la señora Cooper haciendo sonreír.  Durante la cena hablamos de temas triviales entre ellos los negocios, me doy cuenta que los señores Cooper son muy divertidos, Camil es muy alegre, aunque su esposo normalmente es víctima de sus bromas, aunque a él no parece importarle. Río de sus bromas y chistes los cuales amenizan la velada, aunque Kendra no hace más que observarme con odio y coquetear con Baltazar. Decido olvidarme de la fidelidad de mi esposo porque presiento que deberé acostumbrarme a lidiar con sus amantes, así que decido dejar mi enojo a un lado y divertirme, cada cosa de la que se habla le presto la mayor atención, sobre todo cuando comienzan hablar sobre un proyecto que desea plantarle el señor Smith a Baltazar. Es la creación de una cadena de hoteles aquí en el Reino Unido y el resto de Europa, en total serían seis hoteles. La propuesta es que Baltazar ponga mano de obra y materiales, algo que me parece desproporcionado ya que ellos sólo ayudarían a conseguir los terrenos y quieren una gran participación.  - ¿tú qué opinas? – me pregunta Baltazar y yo me sorprendo porque al parecer de verdad quiere mi opinión.  - Que puede saber esa niña de negocios – dice burlona y con desprecio Kendra. - A mí me parece que el negocio es bueno, aunque hay una ligera desproporción tanto en el capital de inversión como en la distribución acciónal. – doy mi opinión ignorando ese comentario.  - ¿podrías explicarlo? – pregunta el señor Smith y yo siento la mano de Baltazar en mi pierna indicándome que continué.  - La idea es fantástica, pero siempre y cuando las dos partes sean equitativas en el capital – comienzo a explicar – usted le sugiere a mi esposo que las acciones deben dividirse en partes iguales.  - Correcto – dice el señor Smith. - Pero mi esposo estaría aportando más capital que usted señor Smith por lo que él por lógica debería tener más porcentaje de acciones que usted. – la mirada que me lanza Kendall y su padre es de auténtico odio – yo propongo que, si usted desea partes iguales en el trato, aporte lo equivalente a lo que mi esposo aportará, de lo contrario deberá darle el porcentaje correspondiente.  - Bueno Felipe, - dice Baltazar observándome sonriente para después desviar su atención al señor Smith – ya escuchaste a mi esposa, espero tu propuesta por escrito y tanto Anelis como yo la estudiaremos a fondo para ver en qué nos beneficiará.  - No te preocupes Baltazar, yo me encargaré de ello – dice Kendra coqueta sonriéndole.  - Te daré dos semanas para... - comienzo a decir Baltazar, pero ella lo interrumpe.  - En tres días la tengo lista y así podremos discutirla – en su mirada hay algo que me enoja, hay deseo y lujuria lo que me da una idea de la forma en la que ellos discuten los negocios.  - En dos semanas quiero la propuesta, una vez Anelis la revise y apruebe podemos comenzar – me vuelvo a verlo con los ojos como platos de la sorpresa.  - No me tomará mucho tiempo – réplica Kendra molesta y siento a Baltazar tensarse.  - DOS semanas – dice en un tono un poco más brusco – en dos semanas espero la propuesta para poder entregársela a la persona que estará a cargo del proyecto – la fulmina con la mirada y ella parece decepcionada.  - ¿Quién? - ¿pero qué mierdas? Pienso enarcando una ceja, ¿Por qué mi esposo tendría que darle explicaciones? Ese solo hecho hace mi enojo aumente hasta el punto en que no soporto estar más tiempo en ese lugar.  Baltazar me observa y parece notar mi enojo.  - No es de tu incumbencia – responde mordaz – no siendo más, mi esposa y yo nos retiramos.  - Gracias por la cena, estuvo magnífica – digo molesta, aunque es casi del todo cierto.   - No es nada cariño – dice la señora Cooper tomándome de la mano – en dos días será mi fiesta de cumpleaños y me encantaría invitarte.  - Allí estaremos – respondo y ella me abraza.  - Fue un auténtico placer conocerte – dice para después permitirme despedirme de los demás.  Cuando salimos del restaurante trato de alejarme lo que más pueda de Baltazar e incluso cuando subimos al auto. No quiero tenerlo cerca, una cosa es que nuestro matrimonio no funcione y otra de que tenga que aguantarme a su amante.  Cuando llegamos al apartamento corro y me encierro en el cuarto de baño. Necesito un poco de silencio y tranquilidad para calmar mi enojo. Pero de solo pensar en lo que puede estar pasando entre ellos hace que mi enojo aumente y debo de acertar que me muero de celos en este momento.  
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