Me levanto de la cama con una sensación extraña como que algo va a ocurrir hoy. Bajo a la cocina, no hay nadie, no lo entiendo, en mi casa siempre hay alguien, siempre, en todos los años que llevo viviendo aquí, nunca mi casa había estado tan desolada. Subo de nuevo a mí habitación y me pongo una sudadera gris y unos pantalones cortos negros junto con unas deportivas grises. Salgo de la mansión y me dirijo sin hablar con nadie, al bosque. Siento los árboles, la brisa. Me descalzo y siento la tierra bajo mis pies, me tumbo en la tierra y dejo que Reina salga. Mis manos y mis piernas se convierten en patas tan blancas como la nieve y mi torso en un gran lomo del mismo color de la nieve, mis ojos toman el color rojo característico de los Alfas. Me vuelvo a tumbar en el suelo, me encanta la