Capítulo 22
Alexandro
Los primeros rayos dorados del sol se abren paso entre las cortinas, pintando franjas luminosas sobre el edredón donde Ayliz aún duerme a mi lado. El trino alegre de los pájaros y el suave murmullo de las olas del mar que llega desde el balcón componen una melodía paradójicamente tranquila, considerando la reciente intimidad que compartimos y el secreto que nos une.
Acaricio con mis nudillos su mejilla, admirando su belleza. La noche que compartimos grabó en mí una dicha intensa, y al sentirla tan cerca ahora, anhelo que en ella haya florecido algo más que la pasión fugaz de ese momento.
Sus párpados tiemblan ligeramente antes de elevarse con lentitud. Sus ojos, aún velados por el sueño, se abren y me encuentran. Percibo en ellos el eco de la noche anterior, una c
