—No lo creo señora Ríos, no la dejaran marcharse hasta que este estable y por lo que me dijo la enfermera del turno anterior, paso la noche con temperatura. Además, no la tratamos tan mal ¿O sí? Llevaba veinte minutos hablando con la señora Ríos, intentando hacerla comprender que no podría irse, sería malo en su condición, pero ella no escuchaba de razones y todo lo que me decía es que estaba bien. Mackenzie ya había sido bastante claro y por nada del mundo se iría. —No me gustan los hospitales. —Lo sabemos, lo viene diciendo desde que la ingresamos. Pero no podemos dejarla ir por su disgusto hacía los hospitales. —Patrañas. Es solo que no quieren hacerlo. —Veremos si el próximo doctor le permite irse, mientras podría calmarse, porque si se pone nerviosa, será más difícil que m