Andrés Mi padre nos despide con una sonrisa tan grande que se me hace demasiado extraño, no recuerdo haber visto esa cara de felicidad en él en años. Entramos al auto y miro a la morocha con gesto interrogante. —Fue aburridísimo, ¿no? —expreso. Me mira como si estuviera loco. —¡Tu viejo es lo más! —exclama. Arqueo las cejas. ¿De verdad le cayó bien? Bueno, ahora entiendo porqué Merlina también lo adora. Supongo que es buen suegro. —Me alegra que te haya caído bien —comento—. La verdad es que lo vi reír como nunca, debes tener una especie de hechizo que hace que todo el mundo te quiera. —Ojalá, ja. La miro un instante antes de arrancar el auto. —¿Tenés sueño? —cuestiono al mirar la hora. Apenas está pasando la medianoche. Niega con la cabeza—. ¿Querés ir a algún lado? —Mañana tene