Camila Andrés se pone pálido y su celular cae al piso. Lo miro con preocupación, agarra el objeto con velocidad y sus ojos se clavan en los míos con expresión entre asustada y sorprendida. —Morocha, me tengo que ir —dice casi sin aliento. —¿Está todo bien? —interrogo frunciendo el ceño. Hace una mueca dubitativa y termina asintiendo. —Sí, es un tema con mi mamá... prometo que te voy a compensar el día, te pido perdón, pero tengo que irme. Es urgente. —Está bien, no te preocupes... —expreso, aunque creo que no me escucha. Se saca el delantal, lo deja sobre la mesada y sale corriendo, aunque se detiene y vuelve para darme un beso en la frente, algo que me deja perpleja. Le hace un gesto a su hermano para que lo siga, quien se levanta como un resorte y lo sigue. Celeste arquea las ceja