—Bien, ¿no cree usted que todo lo que he dicho es cierto? —¡No!, ni una sola palabra —respondió Ransom en un tono de alegre sinceridad—. Pero eso no establece la menor diferencia. —Para mí, en cambio, establece todas las diferencias —exclamó Verena. —Quiero decir para mí, personalmente. No me interesa en lo más mínimo estar de acuerdo con usted —dijo Ransom mirando al señor Burrage, que se había alejado en busca de algo de comer para Verena. —Bueno, si es usted tan indiferente… —No es que yo sea indiferente. Sus ojos se encontraron nuevamente con los de la muchacha, cuya expresión había cambiado antes de apartarlos. Ella comenzó a quejarse a su amigo, que le traía algo muy vistoso en un plato, de que el señor Ransom se le «resistía», que era el peor elemento que había conocido. Henry