—¿Como si qué? —preguntó ella muy seriamente. —Como si no existiera ningún señor Burrage… ninguna señorita Chancellor, en estos lugares. —No era precisamente eso lo que había querido decir. —No sé qué quiere usted decir, ni por qué habla de otras personas. Yo puedo hacer perfectamente lo que quiera. ¡Pero no comprendo cómo puede usted dar por hecho lo que solo pudiera ocurrir! Verena no dijo estas palabras con coquetería, ni para hacer que él insistiera más en su petición, sino porque estaba pensando y quería ganar un poco de tiempo. La alusión a Henry Burrage la había conmovido, así como el que Ransom pudiera pensar que había estado en el parque en circunstancias más agradables de las que él proponía. No lo habían sido y, de algún modo, quería que él lo supiera. Pasear por aquellos lug