Capítulo XXXVII XXXVIIBasil Ransom pasó casi un mes en Marmion; al anunciar este hecho soy enteramente consciente de su carácter extraordinario. La pobre Olive debió de haberse sentido verdaderamente alarmada al verlo presentarse allí; ya que después de su marcha de Nueva York se había arraigado en su alma la convicción de que había terminado definitivamente con él. No solo el impulso de repulsión con el que Verena había exigido que su partida del hotel de la calle Diez fuera inmediata, le parecía una prueba de que, para su joven amiga, había sido suficiente tocar la textura moral del señor Ransom con los dedos para retroceder por entero horrorizada; pero lo que supo por boca de su compañera respecto a las proposiciones que le hacía de abandonar sus actividades acrecentaba su sentimiento