—Se te quedarán los ojos en blanco de tanto que los ruedas —bromea Jeremy.
—¿Alguien te ha dicho que no eres bueno haciendo bromas?
—No, es que nunca me había topado a una mujer tan enojona como tú.
—O tal vez nadie quiere hacerte sentir mal, diciéndote tus verdades.
—Eso no me haría sentir mal, soy un hombre que puede soportar muchas cosas, hasta a una vecina molesta.
—¿No me digas?
—Si.
—Tía —dice Lucía llamando mi atención—. Quiero pastel.
—Ay pequeña —volteo a ver a Jeremy que sigue de pie junto a la puerta—. ¿Me puedes quitar las vendas por unas horas?
—Por supuesto que no.
Lucía hace pucheros queriendo llorar.
—Por favor.
—Déjame te reviso.
Se sienta a mi lado y empieza quitarme las vendas.
—Yo preferiría que no hicieras esfuerzos aún, aunque la gasa mejoró mucho las heridas, no debes usar las manos todavía.
—Solo haré el pastel.
Me está curando las manos y niega con la cabeza.
—No es una buena idea, el calor puede empeorar tus manos.
Volteo a ver a Lucía y se ve triste.
—Si quieres, puedo ayudarte.
—¿De verdad?
—Si, tú me das las indicaciones y yo lo preparo, no creo que sea tan difícil.
—Gracias, ya verás que no es nada complicado.
Termina de vendarme las manos y entramos a la cocina, Lucía se queda viendo la televisión muy emocionada porque le haremos pastel.
Saco los ingredientes del refrigerador y se los pongo en la mesa, se lava las manos y se pone un mandil.
—Estoy listo.
Empiezo dándole las indicaciones de como poner los ingredientes, los va poniendo y mezclando conforme le voy diciendo, hasta ahora todo va muy bien, no parece que no esté familiarizado con la cocina como decía. Cuando pone la harina, la deja caer y se hace una nube blanca en la cocina.
—Tienes que ponerla con cuidado Jeremy.
Voltea a verme y sonríe.
—Tienes harina en el cabello.
—¿No me digas?
—Si, se te ve blanco, ves que si eres mayor, tienes canas.
—Tú broma no me hizo reír.
Suelta una carcajada.
—No te rías, que tú tienes la cara blanca.
Se limpia con una toalla y queda peor, por lo que suelto una carcajada, de pronto siento que me avienta un puño de harina y empiezo a toser ya que tenía la boca abierta.
—Ava —se acerca a mí asustado y me da golpes en la espalda.
—¡Jeremy! —le grito molesta.
Toma una toalla húmeda y empieza a limpiarme la cara.
—Lo siento, no me fijé que tenías la...
Tomo la mezcla que llevaba avanzada y se la volteo en la cabeza.
—¡Ava! —exclama mientras toda la mezcla le chorrea por la cara.
En ese momento entra mi madre a la cocina.
—Pero ¿¡qué están haciendo en mi cocina!? —nos grita molesta.
—Mamá es que…
—Aurora, le prometo que vamos a limpiar todo esto.
—Salgan ahora mismo de mi cocina, antes de que me enoje más.
—Mamá, estábamos preparando un pastel para Lucía.
—Aquí veo todo tirado y no hay señales de ningún pastel.
Señalo la cabeza de Jeremy sonriendo.
—Ahí está.
Jeremy se limpia la mejilla y se chupa el dedo.
—Qué lástima, iba a quedar muy bueno.
Mi madre no sabe si reír o seguir regañándonos.
—Yo haré el pastel para Lucia, ustedes vayan a limpiarse.
—De verdad lo siento Aurora, que pena con usted.
—Ve a bañarte muchacho, que después no podrás quitarte la mezcla del cabello, te quedara el chocolate pegado.
Asiente y sale de la cocina, no sin antes fulminarme con la mirada.
—Tú también ve a darte una ducha, no puedo creerlo, parecen unos chiquillos inmaduros, que vergüenza Ava.
Salgo de la cocina como una niña regañada, pero al recordar la cara de Jeremy con la mezcla chorreándole por la cara, suelto una carcajada.
Subo a mi habitación y estoy pensando qué hacer, si me quito las vendas o no, para darme una ducha, en eso tocan la puerta.
—Pase.
—Pero ¿qué te pasó Ava? —me pregunta Valeria sonriendo.
—Jeremy y yo estábamos tratando de hacerle un pastel a Lucía.
—¿Y?
—Pues no resultó como esperábamos.
—¿Estabas usando la cara para mezclar o qué?
—Casi, aunque no viste como quedó Jeremy —digo soltando una enorme carcajada.
—Con tu risa, me lo puedo imaginar, ¿vas a darte una ducha?
—Si, pero no sé si quitarme las vendas o no.
—Si quieres te las quito y ya que salgas, te ayudo a ponerlas de nuevo.
—Si, por favor.
Me quita las vendas y sonríe.
—Parece que el vecino y tú, tienen una relación algo extraña.
—Siempre está buscando la manera de molestarme.
—No lo sé, siento que es algo más que eso.
—No, seguramente me ve como su paciente.
—¿En qué se especializa?
—Es obstetra.
—Tal vez quiera hacerte una revisión exhaustiva —dice y al ver mi cara roja, suelta una carcajada.
—Muy graciosa, Luca ya te contagió sus chistes tan malos.
—Anda ve a bañarte, aquí te espero para ayudarte con las vendas y con el cabello.
—Está bien, ¿y mis pequeños?
—Luca está dormido y Lucía con tu mamá esperando su pastel.
—Pobre mi pequeña.
Entro al baño y me doy una ducha, me pongo una toalla y cuando salgo Valeria ya no está, empiezo a buscar que ponerme y escucho que se abre la puerta, me imagino que Valeria ya regresó.
—Tal vez me tengas que ayudar con el sostén, me cuesta mucho abrocharlo, con las manos así.
—Yo te puedo ayudar con lo que tú quieras.
Me sorprendo al escuchar la voz de Jeremy y al darme la vuelta tan rápido se me cae la toalla, me agacho rápidamente tratando de tomarla para cubrirme, pero me lastimó las manos en el intento.
—Auch.
Él se acerca y toma la toalla para entregármela.
—¿Qué haces aquí? Pensé que era Valeria —digo enredándome en la toalla de nuevo.
—Ella iba bajando cuando llegué, y me dijo que necesitabas ayuda con las vendas.
Tomo mi ropa y entro al baño para cambiarme.
—Pensé que necesitabas ayuda con el sostén —me grita Jeremy sonriendo.
Idiota, «¿por qué me pasan estás cosas cuando él está cerca?»
Me cambio lo más rápido que puedo y como puedo con mis manos, cuando salgo está sentado sobre la cama.
—¿Todo en orden?
—Si —digo suspirando, de pronto empiezo a sentirme un poco triste.
—Te lastimaste ¿verdad?
—Un poco —murmuro al borde de las lágrimas.
—¿Te ayudo con algo?
—Necesito ponerme crema humectante en el cabello, y no puedo.
Toma el bote, se pone en las manos y me lo pone con cuidado.
—Lista.
—Gracias.
—Venía por Lucía y por ti para ir a comer un helado, después de todo le quedamos mal con el pastel.
—No te preocupes, mi madre se lo preparó.
—Lo sé, el olor me atrajo.
Sonrío.
—No te quedes pensando tonterías y vamos por ese helado.
Me cura las manos y me pone las vendas, cuando bajamos mi madre está sentada en la sala.
—¿Y Lucía mamá?
—Se fue con sus papás al parque, están aprovechando que hoy está bonito el día.
Volteo a ver a Jeremy y sonríe.
—Tendremos que sacrificarnos nosotros.
—Bueno.
Salimos y me abre la puerta de su camioneta, me subo y me abrocha el cinturón, de nuevo tenerlo tan cerca hace que el cosquilleo en mi estómago aumente.
Se sube y vamos a un local donde venden helados y pasteles que está cerca de donde viven nuestros padres.
—Compra un pastel de chocolate para que te quites el antojo.
—No, ya lo he probado de aquí y no me gusta, prefiero esperar a que te recuperes.
—Quién sabe si te lo pueda hacer.
—Estoy seguro que sí, ¿qué helado quieres?
—De vainilla.
Me siento en una de las mesas de la terraza mientras él va por los helados.
—Aquí tienes —dice entregándome el helado.
Lo voy a tomar y sonríe.
—Yo te ayudo, parece que te puse demasiadas vendas.
—¿Tú crees que aún las necesite?
—Tal vez por unos días, además la gasa para quemaduras ayudará mucho a que la cicatrización sea más rápida.
Me acerca mi helado, cuando estoy a punto de probarlo se escucha un ruido y al voltear, me embarra el helado en la mejilla.
—¡Jeremy! —exclamo molesta.
Voltea a verme y sonríe.
—Lo siento, no fue a propósito.
Se acerca a mí y siento como mi corazón se acelera al sentirlo tan cerca, de pronto pasa su lengua por mi mejilla limpiando el helado.
—Lo siento, no puedo tomar una servilleta —dice encogiéndose de hombros y levantando los helados que tiene en las manos.
Su reacción me tomo por sorpresa y no sé si gritarle o enojarme, aunque por alguna razón esto me provocó más que cosquilleos en otros lugares, además de mi estómago.
Seguimos comiendo los helados como si nada hubiera pasado, ya bastante tarde volvemos a la casa.
—Te veo mañana Ava, iré a revisarte las manos temprano.
—No muy temprano, por favor.
Suelta una carcajada.
—Hasta mañana.
—Buenas noches Jeremy, gracias por el helado.
Cuando entro, está Valeria con el pequeño Luca en el sillón, me siento a su lado y suspiro.
—Ni creas que se me va a olvidar lo que me hiciste.
—No hice nada, bajé a revisar a los niños cuando él llegó y me pregunto por ti, yo solo le dije que ibas a necesitar ayuda con las vendas.
—Ya me lo cobraré —le digo sonriendo, le doy un beso a mi sobrino y me voy a mi habitación, me dejo caer en la cama y me quedo dormida.
—Me alegra ver que ya estás lista para irnos.
Abro los ojos desorientada y me doy cuenta que ya amaneció, me acomodo en la cama y me tapo con la almohada.
—¿Te quedaste dormida así verdad?
—No, madrugué para ponerme la misma ropa de ayer.
—Levántate, quiero que salgamos a tomar aire.
—Jeremy no quiero salir.
—¿Vemos una película? Hace años que no voy al cine.
—No tengo ganas.
—No seas aburrida, acompáñame.
—Normalmente en vacaciones intento descansar y aprovechar para dormir.
—Si, y has dormido bastante, así que acompáñame al cine.
—Está bien —digo poniéndome de pie.
—¿Te quito las vendas?
—Por favor, ya no me las pongas, me siento mejor.
—Solo unos días más, es mejor prevenir.
—Bueno —digo poniendo los ojos en blanco.
Entro al baño y me doy una ducha, olvido llevarme mi ropa y salgo con la toalla enredada en el cuerpo.
—¿No tienes otra cosa más que hacer? —le pregunto a Jeremy mientras me sonríe, sentado en la cama.
—No.
Tomo mi ropa y entro al baño para cambiarme, cuando salgo me ayuda a ponerme crema humectante en el cabello y después me cura y me pone las vendas.
Bajamos y mi madre tiene la mesa lista.
—Si van a salir no se vayan sin desayunar —dice mi padre.
—¿Desayunamos? —le pregunto a Jeremy.
—Está bien, pero no tardes mucho.
—¿Oye pero a está hora hay cines abiertos?
—Claro que hay, acaso no has escuchado las funciones matutinas.
—Si, pero...
En eso salen todos a desayunar y tardamos más de lo que pensamos entre platicas y risas, Luca y Jeremy se llevan muy bien y no dejan de hacernos bromas pesadas a Valeria y a mi.
—Jeremy, tienes que ir a visitarnos a nuestra casa en San José en alguna ocasión —dice Luca chocando el puño con Jeremy.
—Por supuesto, cuando tenga una oportunidad iré a visitarlos ¿y tú Ava?
—¿Yo qué?
—¿Vas seguido a San José?
—Últimamente no mucho.
—Ava es esclava de su trabajo —comenta Luca.
—Vaya, parece que tenemos algo en común, yo también soy así.
Valeria me da un golpe en la pierna por debajo de la mesa y yo le hago mala cara mientras ella sonríe.