Kreves llegó a su edificio, todavía se sentía furioso de haber perdido la única oportunidad de descubrir la verdad sobre su pasado. Además, no tenía otra fuente a la cual acudir para clarificar sus dudas. Sus tíos no hablarían más y dudaba que Akalena tuviera más información que le fuera útil. Es más, ni sus propios recuerdos servían en este momento. Él era solo un niño y toda la información relevante sobre el suceso de aquellos fatídicos días no hubieran sido revelados a él. Una ola de pensamientos inundaba la mente de Kreves, trataba de maquinar una oportunidad más para poder enfrentarse al asesino y que por fin sus preguntas fueran resultas. Mientras insertaba la llave en la puerta sintió un fuerte golpe seco en su nuca que provocó que perdiera el conocimiento rápidamente. Sin embargo,