Tener a Gina así, excitada y gimiendo entre mis brazos es una de las sensaciones más satisfactorias que he podido llegar a sentir jamás. Eso, aunado al hecho de encontrarnos en esta situación a escondidas, con el riesgo de ser descubiertos y acusados de conducta inapropiada en público sólo consigue hacerlo aún más excitante. ¿Desde cuándo me gusta experimentar este tipo de situaciones? Ah claro, desde que Gina Stewart había llegado a mi vida para ponerla de cabeza. Sus gemidos son música para mis oídos, sus manos aferradas a mi nuca y su cabeza echada para atrás al sentir los embistes acompasados de mi cuerpo me tienen al borde de la locura. —Peter… –suspira con dificultad, mordiendo sus labios de manera sensual–. Oh, Peter. Atrapo el lóbulo de su oreja con mis dientes y la siento es