Precio

2168 Palabras
Mi familia me lo enseñó. Todas las personas tienen un precio, lo que cambia, es la moneda. Para mi padre, el precio fue la belleza, algo que a mi madre le sobraba y para ella, el precio fue la estabilidad, lo que mi padre tenía, ambos eran perfectos el uno para el otro y se casaron. Muy tarde, mi mamá descubrió que aparte de belleza, mi padre quería honestidad. El precio de mi tía Verónica fue el amor, omitió todo lo demás, renunció a su herencia y se fue con el hombre que amaba. No salió muy bien. El caso del tío Iván es complicado, lo que él quiere es una mujer que se vea hermosa a su lado y a quien él pueda presumir, el problema, es que, aunque hay muchas mujeres que cumplen ese requisito, él no está dispuesto a pagar. Su primera esposa quería respeto y él la maltrató, la segunda quería fidelidad y él la engañó, la tercera quería dinero y él se lo negó, a la cuarta, no la conocí. En base al precio, hay personas que exigen un pago constante, pero hay otras cuyo precio puede ser pagado en una sola exhibición. Así llegué al hospital. – Disculpe, solo los familiares pueden entrar. – Soy familiar – mentí y miré al hombre recostado sobre una cama – ¿cierto? Debido a las reglas del hospital salimos al jardín. – ¿Qué quieres? Conocí a Víctor después de cambiarme de escuela, al igual que Leo, estaba enamorado de Sabrina y rondaba nuestro grupo, se anotaba en las tareas de equipo cada vez que podía y mientras ellos dos actuaban como un tigre y un león, yo los observaba. En la universidad, tenía una clase en común con Rafael, mi primer novio y nos encontramos por casualidad. Sí tengo que mirar hacia atrás y pensar en alguien a quien llamaría, “amigo”, ese sería él. – Pudiste decir que estabas enfermo, cáncer de estómago, es muy serio. – No quiero hablar sobre eso, ya dime, ¿a qué viniste? Aunque compartíamos historias, nunca nos llevamos bien porque nuestras personalidades chocaban, pero siempre tuvimos algo en común, nos gustaba guardar silencio – necesito un gestor financiero, alguien que actúe en mi representación, mantenga mi nombre en el anonimato y administre mis inversiones. – Cualquier otro puede hacer eso. – Sí fuera tan simple, no estaría aquí. Mi abuelo murió, heredé dos tercios de su fortuna y de acuerdo a mi familia, todos merecen ese dinero, menos yo. Mi padre me presentó al gestor financiero de la empresa, quién, está de acuerdo con él en que debería vender mis acciones y dejar que otra persona se encargue de manejar mi dinero mientras vivo cómodamente en alguna villa junto a la playa – no usaron esas palabras exactas, pero quería ilustrar mi punto – mi madre quiere que ponga todo en un fideicomiso administrado por ella, mi hermano piensa demandarme y posiblemente, mi tío también lo haga. Una guerra de trincheras. – “Cualquiera”, no me sirve, necesito a alguien en quien pueda confiar, alguien a quien mi hermano le diga: “Regina es esquizofrénica”, y sepa que es un engaño. A cambio, pagaré la operación, investigué – agregué al ver su reacción – tienen que cortarte un pedazo del estómago, seguir un tratamiento, hospitalizarte, no tienes el dinero, o ya habrías programado la operación, y no te culpo, Berenice me dijo que consultaste docenas de médicos, te dieron tratamientos que no te ayudaron, y te enviaron a casa diciendo que estabas sano, debiste gastar mucho. Necesitaba a alguien de mi lado y Víctor fue la primera en quien pude pensar. – ¿Cuál será la tasa de interés? – Sin intereses, los gastos médicos son mi compensación por el estrés de este trabajo, créeme, cuando conozcas a mi familia, sentirás que te estafé. De la nada, sonrió, eso me dio un poco de esperanza, hasta que ese pequeño acto, le provocó un fuerte dolor de estómago – empuja la silla al baño, tengo que vomitar. La operación fue dos días después, el tratamiento duró un poco más, nos enviaron a casa con una pila de medicamentos, dietas y recomendaciones. Antes, compré una casa en una zona residencial exclusiva con un grupo de vigilancia privado y cámaras de seguridad en todas las esquinas. Víctor llegó y miró mi pared – viste muchas películas de asesinos seriales. Mi pared se veía linda. – Hay tres cosas que quiero, la primera es la más fácil, convertirme en parte de la junta directiva de NaturaBelle – la empresa que fundó el abuelo – poseo el 20% de las acciones, pero mi padre, ni muerto me dejará entrar al edificio. La segunda, quiero ser la socia mayoritaria de estas dos empresas, son los proyectos personajes de mis hermanos, se quedaron sin financiamiento y están a nada de ser demandados por incumplimiento de contrato, la parte difícil será hacerlo de manera anónima, y la tercera – antes de hablar, respiré profundamente – quiero casarme con Leo. Víctor giró la cabeza para voltear a verme e imagino todo lo que debió haber pensado. – Después de la graduación ingresó al bufete, Sanders y Asociados, se especializa en divorcios, no aparece en la página oficial de la empresa y hace poco lo acusaron de invadir propiedad privada. No lo investigué, tampoco lo acosé ni instalé cámaras en su puerta, me enteré por casualidad, una de las tiendas que me fueron asignadas está en el mismo edificio, me hice amiga de una empleada cuyo novio trabajaba en el mismo bufete y lo demás, fue historia. Pero, jamás pensé que llegaría a usar esa información, solo quería saber cómo estaba, qué hacía, solo eso. Víctor se sentó para mirar la pizarra con más detenimiento – volverte parte de la junta directiva va a ser como pisar tu propio pie sí no estás al tanto de cómo funciona la empresa, tendrás que prepararte. – Estoy dispuesta. – Por las empresas de tus hermanos, ¿por qué no quieres que se enteren? Larga historia – la herencia que recibí era para ellos, originalmente, el abuelo iba a dejarles un tercio a cada uno, cosas pasaron, y…, ahora todo es mío, sí se enteran que yo soy la inversionista, cancelarán los proyectos. Me odian. – Sería más fácil invertir en otras empresas. – No, desde que tengo memoria, toda mi familia dijo lo mismo, mi hermana es la creativa, inteligente y madura, se graduó con las mejores notas, fue una estrella en la empresa y todos la aman, mi hermano es el genio de las matemáticas, siempre en el cuadro de honor, mi abuelo era quien más lo repetía – podría decir, que pasé toda mi vida siendo comparada con ellos – quiero darles el dinero que necesitan, quiero que triunfen y un día, cuando muera y me encuentre con el abuelo, podré decirle: ¿recuerdas a tus perfectos nietos?, se despertaron temprano cada mañana y trabajaron muy duro para hacerme a mí, más rica. Víctor suspiró – con la tercera, ¿estás segura? – Totalmente. Sobre mi cuello, llevo un collar con mi nombre, lo pensé mucho antes de sacarlo del banco, porque fue un collar comprado por el abuelo para una mujer a la que nunca conocí, y al final, decidí usarlo como un recordatorio, no terminaré como él, con una caja de recuerdos de lo que pudo haber sido. – No voy a obligarlo, no le pondré una pistola en la cabeza ni lo amenazaré con demandarlo, voy a conseguir que me vea, que cambie su opinión sobre mí y…, se enamore, ¡es posible! – porque lo amo. Víctor no me respondió de inmediato, se levantó para mirar las hojas que tenía en la pizarra y arrancó una – cambiemos esto por un archivo de computadora, no puedo trabajar así. – ¡Me ayudarás! – Pagaste mi operación y estás loca de remate, no quiero dejarte sola y que luego la policía me culpe. Lo abracé, estaba feliz y emocionada porque había dado el primer paso para mi nueva vida feliz. – Antes de comenzar, ¿sabes si Leo tiene novia?, ¿prometida?, ¿exesposa? – Estado civil: soltero, su última relación fue hace tres meses, ella se mudó, mantuvieron la relación a distancia por un mes más y luego, terminaron. Víctor frunció el ceño. – Le invité un café a las secretarias de su bufete, no te imagines otra cosa, todo fue, investigación casual, pasaba por ahí, y me senté a escuchar. – Él es soltero y tú estás demasiado motivada – sentenció Víctor – podría funcionar. Y lo hizo. Mirándolo a mi lado, tomando su turno para firmar el acta y sonriendo para el fotógrafo, comprendo que fui yo quien decidió unilateralmente, que se casaría y asumiré las consecuencias. – A petición de los novios diré; Yo los declaro, marido y mujer, puede besar a la novia. Creí que nunca lo diría, doy la vuelta, espero a que Leo tome el velo para levantarlo y soy la primera en besarlo, él me sonríe. – Giren hacía acá para la foto. Perdí un poco la concentración, doy la vuelta y Leo sujeta mi cintura para la fotografía, hay una más junto al juez y los siguientes son mis padres, por separado. El fotógrafo hace un gesto – podrían los padres colocarse juntos para la fotografía. Por suerte, Víctor se adelanta y le susurra que eso no va a pasar, son tres fotografías, una con mi mamá, otra con mi papá y otra más con mi suegra y mi nuevo sobrino, ella se acomoda para estar a mi lado y es el turno de mi tía y el odioso de mi primo, que me lanza una mirada desdeñosa antes de acomodarse la corbata. La ceremonia civil es solo el comienzo, nos tomamos unos minutos para entrar a la mansión mientras los invitados se trasladan a las mesas, habrá una entrada con música y yo tengo que cambiar mi velo por una tiara. – Vamos atrasados con la agenda – anuncia Víctor – este es el fondo que eligió el coordinador, tienen diez minutos para terminar de prepararse y comenzaremos con la fotografía para enmarcar, ¿les hace falta algo? Leo mira la imagen de reojo. – Estamos bien, ya vete – lo empujo para que deje la habitación y busco a Leo, él deja la fotografía sobre la mesa, tiene una actitud bastante casual, para ser el día de nuestra boda – ¿me ayudas con el vestido?, hay un broche en la parte de atrás, pero no lo alcanzo. Se coloca detrás de mí. Mi corazón está latiendo muy rápido, él aceptó nuestro contrato, dijo ¡sí!, frente al juez, firmó, oficialmente estamos casados, pero algo en su expresión me hace sentir inquieta – ¿hay algún problema?, sí no te gustan los adornos podemos cambiarlos. – Todo es perfecto, me sorprende que hayas arreglado la boda en tan poco tiempo. – El coordinador hizo gran parte del trabajo, la mansión es mía, no tuvimos que esperar disponibilidad y ya sabía lo que quería – puedo sentir el broche soltándose, me doy la vuelta para acomodar la tela que se desprendió de mi vestido y quedarme con una falda menos pesada, tenemos menos de cinco minutos para la sesión fotográfica – siento sí exageré con los preparativos, desde que era niña hablé de tener una boda tradicional con el vestido pesado, la ceremonia lujosa, la tiara de diamantes, sí me caso en un juzgado mi familia sospechará. Me mira con una delgada sonrisa – sería mejor sí tuvieras todo eso con alguien a quien ames. Nada salió como lo imaginé, el plan era enamorarlo primero y después casarnos, no al revés, pero esto es lo que tengo y mi única oportunidad de ser su pareja, no me importa sí es de esta forma – hablas del plan de casarme con uno de los hijos de las amigas de mi madre, esos idiotas no son hombres, son alienígenas, sí tengo que casarme, quiero que sea con un amigo – tomo su mano – alguien en quien pueda confiar y qué no me odie por hacer esto – le doy un beso en la mejilla haciéndolo de una forma muy ruidosa. Leo me sujeta de la cintura para que no me caiga. – Oigan, chicos, tenemos una agenda que cumplir. Leo gira la mirada – tu amigo te habla. Rodeo su cuello con mis brazos. – ¿Qué estás haciendo? – Cárgame, queremos que parezca un matrimonio real, ¿no?, salgamos así en la foto. Él sujeta mis piernas y me levanta – tenías razón, el vestido es muy pesado. El fotógrafo entra, nos ve y acomoda la cámara, no tengo ni que pensarlo, la imagen de Leo cargándome y yo burlándome del beso que le dejé en la mejilla es la mejor. Casi parece, que somos una pareja real.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR