Enrique Evans era un fanático del control. Era por eso que, pese a su edad, seguía siendo director ejecutivo del Grupo Financiero Evans y no delegaba, se ocupaba de todos los asuntos personalmente o los supervisaba. Sin embargo, incluso un hombre como él, sufría limitaciones físicas, cansancio, hipertensión, dolores de cabeza y estrés. Nada que no pudiera arreglarse con medicamento de control que, a la larga, dañaba más la salud. Después de una revisión médica, el doctor anotó los números en un listado e hizo una mueca – sobre sus días laborales, le comenté que necesitaba dos días de descanso. – Y yo le dije que era una tontería – reclamó Enrique, bastante molesto – no puedo ausentarme del trabajo justo ahora. – Tampoco podía el mes pasado, ni el mes anterior, ni el anterior a ese – s

