La mesa estaba servida.
Martha se sentó y acomodó a Hugo a su lado, mientras le susurraba que no comiera los chocolates antes de la comida. Él obedeció, aunque sus dedos ya habían abierto la envoltura de uno. Martha le acarició el cabello con ternura y luego miró a su alrededor.
Gabriela, en cambio, se sentó y cruzó las piernas, solo viéndola parecía que la reunión tenía lugar en un salón de lujo, no en el comedor de la sala.
Sarah se sentó entre Martha y Gabriela. Tenía el brazo derecho en cabestrillo. Ya le habían quitado el yeso, pero aún no había recuperado la movilidad de los dedos y asistía a rehabilitación tres veces por semana. De momento, no era capaz de usar esa mano para sostener un tenedor.
Al mirar hacia un costado se encontró con los ojos de su madre en ese vestido de coc
