Crecer era difícil, y hacerlo en casa de la familia Duarte con una etiqueta sobre la cabeza que decía: ¡no eres parte de la familia!, era un infierno.
Regina podía completar una larga lista de razones por las que deseaba salir corriendo de su casa y perderse en el horizonte, pero no lo hacía.
Pensó que era una chica fuerte, decidida y el tipo de persona que luchaba y enfrentaba los problemas. Pero la verdadera razón del por qué siguió adelante no fue esa supuesta fortaleza, sino algo más.
Clara entró corriendo a la cocina – mamá, ¿puede quedarse Regina a dormir?
Martha giró la mirada hacia ambas y sonrió – tienen que llamar a su casa y pedirles permiso a sus padres, y respetar lo que ellos decidan – agregó al ver que las dos ya habían corrido al teléfono.
Clara tomó el auricular – ¿te
