La mañana se sintió diferente, Regina despertó más temprano que de costumbre y se preparó el desayuno sin esperar por Leo. La reunión con la familia Evans estaba programada para el día veinte. Generalmente ese tipo de reuniones tomaban más tiempo, pero hicieron una excepción por tratarse de ella. Regina sintió que la espera iba a sentirse pesada. Y el día se ponía peor. Olvidó las rosas. Siguió todas las instrucciones al pie de la letra, revisó la página varias veces y Leo le ayudó a colocar las botellas plásticas, pero en el momento en que Sabrina apareció, todo lo demás salió de su mente. Odiaba darle tanto poder sobre su vida. Las reuniones que tenía pendientes las cambió de fecha, nada entraba en su cabeza, solo las palabras de esa maldita. – Entiendo tu animosidad – le dijo Sab

