Leo llegó al restaurante y preguntó por la reservación. Una empleada lo llevó a una de las mesas que estaban pegadas a la pared de cristal y cerca de una planta artificial muy alta. Sacó su celular, le avisó a Regina que ya había llegado y notó que el mensaje anterior no había sido leído. Escribió el nombre del restaurante, la posición de la mesa y lo envió. – ¿Desea ordenar ahora? – Estoy esperando a otras personas, en unos minutos. Diez minutos pasaron. Sabrina llegó al restaurante por la entrada del fondo que conectaba con el bar, no caminó a la recepción, permaneció en el umbral, giró la mirada hacia las mesas y encontró a Leo. Él se sentó mirando hacia la entrada principal sin saber que el restaurante tenía otra entrada y Sabrina lo vio de espaldas. Sonrió al pensar que podía re

