Sentí unos labios suaves en mi cuello.
—Mi amor —susurró Sawyer.
Abrí de golpe los ojos y recuerdo que estaba con Mohamed y él… el bebé.
—Está bien —me dio otro beso suave en el mismo lugar donde el imbécil me inyectó —. Mañana a primera hora iremos a donde la ginecóloga.
Me estremecí con solo escuchar su nombre. Pensar que tal vez ya no esté, me dan ganas de…
—Fiorella mi amor, esté tranquila.
Niego con la cabeza.
—No puedo ni imaginar el dolor que voy a sentir —susurré con voz carrasposas
Sawyer me mira frunciendo el ceño.
—Deja de pensar en eso —me agarro con fuerza la mandíbula—. Nuestro hijo está bien.
Él no entendía mis miedos. La ansiedad regresa con todo su impacto y empieza a picarme el cuero cabelludo.
—Deja de pensar de una putas vez, Fiorella —me dijo con voz fu
