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ROSA
—Chance… yo…
Una ceja de color oscuro se levantó.
—Estás siendo obediente, ¿recuerdas?
Me mordí el labio y di media vuelta. Me senté en el borde de la cama y me sequé las puntas del cabello con la toalla de baño mientras escuchaba a Chance chapotear en la bañera. Usando sus palabras como guía, asumí que no se tardaría en su baño, así que no me demoré mucho con mi cabello. La masa salvaje era una causa perdida; no había tiempo para deshacer los enredos. Respiré profundamente para calmar los nervios agitados, y seguía preocupada porque sabía que la actitud de Chance era relativamente suave para la situación en la que estuvimos más temprano. ¿Qué me iba a hacer además de follarme?
Había aprendido montones de cosas carnales en los pocos días que llevábamos casados, pero me imagin
