El día había transcurrido de una forma muy ajetreada, mi celular prácticamente no había dejado de sonar, había recibido varias llamadas de Julian, pero la mayoría eran para organizar una reunión o algún pendiente con un árabe. No lo había visto desde el día anterior y el sentimiento que surcaba mi pecho, no me gustaba para nada, porque sabía que lo que nosotros sentíamos el uno por el otro era una pasión irrefrenable, no tenía tiempo para sentimentalismos, no con tantas deudas y sin un hogar propio. Negué con la cabeza, mientras terminaba de anotar en la agenda, suspiré y apreté mis verdes ojos un poco, mientras una sonrisa leve surcaba mis labios. La verdad era que Julian era un hombre muy apasionado y esa forma en que entrecerraba los ojos al sonreír era algo demasiado sexy. Sus manos