Encrucijada Laboral

1284 Palabras
Capítulo 2 La luz tenue de la lámpara de la sala de estar apenas iluminaba el tenso ambiente en mi departamento mientras discutía con mi compañera de cuarto, Sherlyn, sobre la inesperada oferta laboral que me había presentado el enigmático A. —Isabella, no puedes simplemente aceptar una oferta de trabajo de alguien que conociste en una cafetería. ¿Y si es una trampa? —Protestó Sherlyn, frunciendo el ceño con preocupación. Me encontraba dividida entre la emoción de la oportunidad y las dudas razonables de Sherlyn. Era cierto que la propuesta era inusual, pero algo en la mirada de A. y en sus palabras me inspiraba confianza. Yo era una mujer demasiado inocente. —Puedo simplemente llamar, para saber la información, desde aquí no me pasará nada. —Bien, pero pon el altavoz. Asentí. Busque la tarjeta en el interior de mi bolso, teclee el número con un poco de nerviosismo pues no sabía que esperar de esa llamada. Al otro lado de la línea una mujer me respondió. —Oficina del señor Antoni Meyer… ¿En que puedo ayudarle? Sherlyn y yo nos miramos con intriga. Ahora ya sabía el nombre de aquel hombre misterioso. —Disculpe señorita —Tuve que aclarar mi voz —, bueno, el señor Antoni me dio una tarjeta con una oferta de trabajo, pudiera decirle que soy la mujer que vio en el café hoy durante el día. —Si, permítame un momento, ahora verifico con el señor… Los segundos se me hicieron eternos. Después de un par de minutos la mujer regresó a la línea. —Si, es el empleo de asesora de ventas en vienes raíces, puede pasar mañana temprano a la oficina el señor Meyer le explicará todo. —Gracias por su atención. Colgué. En la expresión de mi amiga pude ver su reprobación, yo era una abogada, no sabía nada sobre bienes raíces. Pero lo que si era verdad, es que necesitaba un trabajo urgente o terminaría en la calle estas fechas decembrinas. —Pero Sherlyn, es un trabajo de asesora de ventas en bienes raíces. No suena tan arriesgado, ¿Verdad? —Intenté tranquilizarla, aunque mi propia incertidumbre estaba presente. —¡Pero no sabes nada sobre él! ¿Cómo puedes confiar en algo así? —Insistió mi amiga. La verdad era que Sherlyn tenía razón en expresar su preocupación. El mundo estaba lleno de sorpresas, y aceptar una oferta de trabajo de alguien que conocí en circunstancias tan inusuales era, sin duda, un salto al desconocido. Después de horas de debate y reflexión, decidí dar el siguiente paso a la mañana siguiente me arreglaría temprano para asistir a la entrevista de trabajo con el señor misterioso Antoni Meyer. Antoni, suspiré, un nombre adecuado para un hombre tan atractivo como él. A la mañana siguiente decidí ponerme el mejor traje de trabajo que tenia un blazer blanco, una falda color azul marino y un blazer del mismo color, aunque no me agradaba tanto la idea repetí mis zapatos negros, esos que me estaban matando de dolor el día anterior, pero el sacrificio valía la pena si conseguía un trabajo que mínimo me diera el dinero para poder solventar todos mis gastos. Cuando llegué al lugar indicado, quedé asombrada por la imponencia del edificio. Un rascacielos elegante se alzaba frente a mí, con cristaleras que reflejaban el resplandor del sol. El vestíbulo estaba adornado con mármol pulido y muebles de diseño. La secretaria, elegantemente vestida, una señora de unos treinta casi cuarenta con el cabello recogido en una coleta y maquillaje nude me guió a través de pasillos interminables hasta llegar a la oficina de Antoni. El espacio era amplio y lujoso, con vistas impresionantes de la ciudad. La decoración reflejaba un gusto refinado, y el ambiente transmitía profesionalismo. Al encontrarme con Antoni, noté que su presencia llenaba la habitación con una energía magnética. —Con que Isabella, hermoso nombre para una mujer hermosa —dijo cuando su secretaria dejó su oficina quedándonos a solas en el interior. Sentía que todos los vellos de mi cuerpo se erizaban de emoción hasta donde yo estaba de pie podía oler el aroma de su fragancia, era exquisita, amaderada. Todo en el parecía elegante. —Gracias por sus palabras, me alaga, vine por su oferta de trabajo, en verdad necesito uno y quiero que sepa que soy una mujer profesional, he traído conmigo mi curriculum, soy abogada de profesión pero puedo trabajar de lo que sea para poder llevar algo de dinero a mi casa. El hombre frente a mi alzó una ceja. —¿Tienes hijos? —Preguntó de pronto. Negué. —¿Esta casada? Negué de nuevo. El pareció esbozar una sonrisa. —Siéntate por favor —Me senté —. Mi nombre es Antoni Meyer, me dedico a los bienes raíces, compro propiedades y las vendo, otras las convierto en fructíferos negocios y por ahora necesito una asesora de ventas que pueda tratar a los clientes que no sean tan importantes que ya tengamos concretados casi la venta. —No se preocupe puedo hacer las negociaciones, soy abogada —Añadí de inmediato. El señor Meyer asintió complacido. —Me gusta mucho tu animo Isabella, y me encanta la idea de que te quedes a mi lado a trabajar. Asentí, me puse de pie y cuando nuestras manos se tocaron sentí como todo mi cuerpo se estremeció, ¡Santo Dios! Vería a este hombre todos los días a partir de ahora. Me derretía con tan solo verlo. … La mañana estaba impregnada de la promesa de un día lleno de oportunidades mientras caminaba por los pasillos del imponente edificio. La promoción reciente y la noticia de una oficina privada habían avivado mi entusiasmo, y no pude evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Al llegar a la puerta de mi nueva oficina, me detuve un momento para apreciar el letrero recién colocado con mi nombre. El grabado en la placa metálica brillaba con un resplandor que parecía anunciar una nueva etapa en mi carrera. Tomé una respiración profunda antes de abrir la puerta. Al hacerlo, me encontré con la secretaria del Sr. Meyer, una mujer elegante y eficiente que siempre parecía estar dos pasos adelante en el mundo de los negocios. Su sonrisa acogedora me dio la bienvenida, y me invitó a adentrarme en la nueva etapa de mi vida profesional. —Isabella, aquí está tu nueva oficina. Espero que te sientas cómoda aquí —dijo la secretaria mientras abría las puertas dobles, revelando un espacio elegante y moderno. La luz natural se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación con un resplandor cálido. El mobiliario de diseño y los detalles cuidadosamente elegidos añadían un toque de sofisticación. Mi escritorio, situado estratégicamente frente a la ventana, ofrecía una vista inspiradora de la ciudad. Mis ojos recorrieron las estanterías que albergaban documentos importantes y detalles decorativos que reflejaban la personalidad del Sr. Meyer. Una pintura abstracta adornaba la pared, aportando un toque de color y creatividad al espacio profesional. —¡Espero que te guste! Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo. El Sr. Meyer quiere que te sientas completamente a gusto aquí —Añadió la secretaria con un tono amigable. Agradecí sus palabras y asentí con una sonrisa sincera. Me sentía agradecida y motivada al contemplar el espacio que ahora ocupaba, una oficina sólo para mí. Me embarqué en esta nueva aventura profesional, consciente de que mi vida estaba tomando un giro inesperado. El edificio majestuoso y la promesa de un futuro emocionante me dejaron en claro que este capítulo, lejos de ser ordinario, sería una experiencia única que marcaría mi historia de maneras que aún no podía prever.
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